«Los verdaderos maestros no dejan huella. Son como el viento de la noche que atraviesa y cambia por completo al discípulo sin por ello alterar nada, ni siquiera sus mayores debilidades: arrastra todas las ideas que tenía sobre sí mismo y lo deja como siempre ha sido, desde el principio.»

Peter Kingsley, En los oscuros lugares del saber

martes, 26 de febrero de 2008

Psicogenealogía

Este es un tema que desde hace tiempo me interesa especialmente. Psicogenealogía es un concepto que se refiere a la posible influencia del psiquismo de nuestros ancestros y de otros miembros del árbol genealógico familiar sobre el psiquismo del individuo. Normalmente estas influencias se dan de un modo inconsciente. Digamos que ciertos patrones psíquicos se transmiten de generación en generación sin que podamos advertirlo y ni, en muchas ocasiones, evitarlo.

Lo cierto es que cualquiera que investigue un poco en su árbol genealógico descubrirá coincidencias más que significativas. Es por ello que todo este tema me parece apasionante. Desde luego es un tema que por el momento no ha sido muy investigado. Desde mi punto de vista la cosa no ha hecho más que empezar. El tema ni siquiera parece estar reconocido por la psicología ortodoxa, a pesar del nivel académico de las personas pioneras en este campo.

Desde luego los casos que nos presenta la que tal vez es la investigadora más significativa, Anne Ancelin Schützenberger, en su libro ¡Ay, mis ancestros! (editorial Omeba) son lo suficientemente contundentes como para ser tenidos en cuenta. Mi opinión es que el enfoque psicogenealógico debería estar presente, si no en todos, en muchos abordajes terapéuticos (del tipo que sean).

Quizá para iniciarse en este mundo la mejor referencia sea el libro Mis antepasados me duelen (editorial Obelisco) en el que se recogen algunas entrevistas a varios autores que han investigado este fenómeno. El caso es que aún parece que se sabe poco sobre de qué forma esos patrones psíquicos de padres, abuelos, bisabuelos y, en algunos casos, de generaciones anteriores se nos transmiten. Lo que sí parece claro desde mi punto de vista es que el psiquismo individual no se diferencia claramente del psiquismo familiar. Desde luego la psicogenealogía nos brinda herramientas para comenzar a efectuar esa diferenciación.

Entre las personas pioneras en estos estudios podemos destacar a las siguientes:

Anne Ancelin Schützenberger
Ivan Boszormengi-Nagy
Nicolas Abraham & Maria Torok
Joséphine Hilgard
Didier Dumas
Chantal Rialland
Serge Tisseron
Vincent de Gaulejac
Bert Hellinger
Alejandro Jodorowsky

Merecerá la pena adentrarse pues en su trabajo. Por cierto hay una web que tal vez pueda ser interesante: http://www.psicogenealogia.org/

martes, 19 de febrero de 2008

Más allá y más acá de la muerte

En muchas ocasiones me encuentro con personas que me dicen que después de la muerte no hay nada, que simplemente nuestra conciencia se desvanece, lo cual ciertamente es una posibilidad. Desde ese punto de vista es fácil imaginar que esa supuesta no-conciencia post mortem es de un tipo similar o igual a una no-conciencia pre-vida, de modo que tenemos una isla de conciencia acotada entre el nacimiento y la muerte.

El asunto crucial, la pregunta fundamental, por supuesto no es cómo es posible pasar de la conciencia a la no-conciencia post, sino cómo es posible pasar de una no-conciencia pre a la conciencia, en otras palabras, cómo de una nada tan “nadina” puede surgir algo tan sumamente significativo como la conciencia, la vida y todo lo que hay en ella.

Porque sin duda me resulta mucho más difícil concebir que de la nada surja algo tan significativo que ese algo tan significativo se extinga tras la muerte.

Lo cierto es que estas preguntas sobre la posible vida antes y después de la vida sólo pueden surgir en nuestra conciencia egoico-mental reflexiva que está todo el día preguntándose e imaginándose cosas, conciencia en la que nos encontramos la gran mayoría de nosotros. Pero si consideramos que la conciencia (el self, en términos psicológicos) tiene una evolución (desde lo preegoico hasta lo transegoico pasando por lo egoico), como muchos investigadores han demostrado, es posible que terminemos encontrando una respuesta satisfactoria, cosa que desde el nivel egoico-mental no es posible, ni siquiera remotamente, concebir.

En fin, el caso es que creo que el ser humano esta estructurado de tal forma que puede llegar a iluminarse a lo largo de su vida, iluminarse en un sentido místico, tal como lo cuentan y explican todos los grandes sabios de todas las tradiciones, y que ese estado implica la superación y la trascendencia de todos los estados, incluidos aquellos en los surgen esas preguntas sobre la muerte, la preocupación por la mortalidad y por la finitud, y que será en esos estados superiores, y sólo en ellos, en los que encontraremos todas las respuestas.

Merecerá la pena por tanto recorrer ese camino.

jueves, 14 de febrero de 2008

Emociones, sentimientos y pensamientos

Respecto a lo mental y lo emocional, ¿qué nos acerca o nos aleja más del Espíritu? Ese es el asunto.

Hay personas que me achacan ser demasiado mental y creen que me vendría bien entregarme a alguna terapia y/o práctica de abrazos, expresión de sentimientos, etc. El caso es que no lo dudo. Sin embargo creo que cuanto más mental es uno (de lo cual me alegro) más posibilidades tiene también de abrirse a una gama más amplia y más profunda de sentimientos. Creo que el hecho de que uno vaya por ahí abrazando todo el día a todo el mundo no es un síntoma de estar más cerca del Espíritu, que es a fin de cuentas de lo que se trata (al menos como yo lo entiendo). Desgraciadamente creo que el asunto se malinterpreta, porque en muchas ocasiones esa desbordante expresión de sentimientos lo único que hace es tapar viejos dolores, lo cual nos aleja inevitablemente del alma.

Sea como fuere creo que de lo que se trata es de entender la profundidad.

Normalmente en casi todos los círculos Nueva Era se nos quiere dar a entender que la racionalidad y el intelecto son los enemigos a combatir y que son ellos los que nos alejan del Espíritu o del Corazón. Sin embargo yo pienso que es justo al revés, que los pensamientos (la mente) son más profundos que las emociones y los sentimientos, y que la razón es justo el trampolín que nos catapulta hacia estadios superiores de conciencia.

No necesitamos más emotividad y menos intelectualidad, sino más profundidad y menos superficialidad.

Sin duda pensar que lo mental es un impedimento para llegar al alma me parece sinceramente un punto de vista bastante estrecho y bastante superficial. Quiero entender que la verdadera profundidad espiritual hay que encontrarla abriéndonos a la experiencia, por supuesto de las emociones y de los sentimientos, pero también de los pensamientos, y de lo que haya más allá de los tres.

jueves, 7 de febrero de 2008

El yoga y sus efectos colaterales

A veces me preguntan si el yoga es una terapia. Pienso que desde algunos puntos de vista sin duda lo es, sin ir más lejos ahí están las escuelas de Ramiro Calle y Miguel Fraile, por ejemplo. Sin embargo no creo que el yoga, y en concreto el hatha yoga, fuera diseñado en sus orígenes como una terapia.

Sí que es cierto que en los textos antiguos como el Hatha Yoga Pradipika se menciona toda una serie de efectos beneficiosos asociados a la práctica y se asegura la completa curación de todas las enfermedades, pero todo eso yo lo veo simplemente como los efectos colaterales de la práctica, la consecuencia natural de la misma.

No debemos olvidar que los antiguos hatha yoguis buscaban esencialmente ciertos poderes mágicos (siddhis), entre los que se encontraba la inmortalidad, y la trascendencia o liberación (moksha). Por tanto el hatha yoga originario fue ante todo una ciencia esotérica (con no muy buena fama en la India, por cierto, hasta tiempos relativamente recientes) que perseguía la transmutación, digamos, alquímica del ser humano y de la conciencia.

Desde mi punto de vista a lo que podemos aspirar con la práctica del yoga en Occidente es, sobre todo, a lo que podemos llamar integración cuerpo-mente, es decir, tener una conciencia corporal-mental unificada, lo cual es algo más que estar meramente en el cuerpo (instintos) o únicamente en la mente (pensamientos).

Por supuesto todo esto nos puede y debe llevar a un acrecentamiento de la percepción del propio cuerpo y de la actividad mental, a un refinamiento, si queremos decirlo así, de los sentidos, a una apertura de las puertas de las intuiciones superiores y de los dominios espirituales, lo cual está francamente bien.

El asunto es que la citada integración cuerpo-mente, si es verdadera y si realmente profundizamos en ella y más allá de ella, nos puede traer sorpresas agradables y otras un tanto curiosas. Digamos que cuanto mayor es el vuelo hacia las alturas y mayor es el hambre de trascendencia mayor es la necesidad de actualizar e integrar las sombras de la mente.

Así pues, mi intención con la práctica y la enseñanza del hatha yoga se limita estrictamente a contribuir a esta integración cuerpo-mente. Dejo a los alumnos y a todos los practicantes que descubran por sí mismos sus posibles efectos terapéuticos.