«Los verdaderos maestros no dejan huella. Son como el viento de la noche que atraviesa y cambia por completo al discípulo sin por ello alterar nada, ni siquiera sus mayores debilidades: arrastra todas las ideas que tenía sobre sí mismo y lo deja como siempre ha sido, desde el principio.»

Peter Kingsley, En los oscuros lugares del saber

jueves, 20 de marzo de 2008

Yoguilates

Parece que el Yoguilates está de moda. Sin embargo hay algo que todos sus practicantes deberían saber. Según se cuenta el Yoguilates nace como una forma de fusión del Yoga y del Pilates y como una forma de combinar los beneficios físicos del Pilates con el equilibrio psicofísico del Yoga.

Pero observemos una cosa. El Pilates trabaja fundamentalmente sobre el cuerpo (por supuesto no hay ninguna tradición espiritual ni psicológica detrás de ello) y el Hatha Yoga trabaja sobre una dimensión psicofísica, digamos que sobre el cuerpo-mente global (y esta sí es una tradición de muchos siglos de antigüedad).

Que el Yoga sea un elemento que integra la dimensión corporal y la mental quiere decir que trabaja y fusiona esos dos dominios. Por tanto pretender inventar una fusión de ambos, como parece que pretende el Yoguilates, es algo que ya se ha hecho hace mucho tiempo, y esa fusión se llama Hatha Yoga. Como mucho podríamos decir que el Yoguilates es un estilo más de Hatha Yoga.

Por otra parte, como dije antes, el Yoga es una tradición espiritual. De hecho el Hatha Yoga nos proporciona la posibilidad de ingresar en dominios genuinamente espirituales, digamos que la integración cuerpo-mente es el requisito necesario para poder introducirnos de lleno en esos dominios, y este es un factor que el Pilates por sí solo o el Yoguilates no parecen considerar.

Soy consciente de que es muy posible que a los practicantes de Pilates o de Yoguilates (incluso de Hatha Yoga) les suene a chino hablarles de ingresar en dominios genuinamente espirituales. Sin embargo ese es precisamente uno de los objetivos del Hatha Yoga (de hecho el objetivo supremo).

En fin, se nos presenta como novedad algo que evidentemente no lo es. No puedo calificarlo como otra cosa que como una fusión altamente descafeinada, una fusión sin tradición, sin espiritualidad y con muy pocas aspiraciones hacia la verdadera trascendencia. Puestos a hacer fusiones no estaría de más probar con el Yoguichilates, el Chikunglates, o simplemente tratar de fusionar el yoga con los bailes charros, o el levantamiento de pesas con las matemáticas. Tal vez en un futuro también haya mercado para todas estas cosas.

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