«Los verdaderos maestros no dejan huella. Son como el viento de la noche que atraviesa y cambia por completo al discípulo sin por ello alterar nada, ni siquiera sus mayores debilidades: arrastra todas las ideas que tenía sobre sí mismo y lo deja como siempre ha sido, desde el principio.»

Peter Kingsley, En los oscuros lugares del saber

lunes, 26 de mayo de 2008

Pre-ocuparse

Ocuparse y no preocuparse: ese parece ser uno de los tópicos más habituales que nos encontramos entre la gente de la Nueva Era. Tengo que decir que en muchos sentidos no estoy de acuerdo con esa sentencia y, dicho sea de paso, tampoco con muchas otras de semejante calibre. Expliquémonos.

Creo que lo que sucede es que cuando los new agers hablan de ocuparse se refieren a algo así como a vivir en el presente, algo que valoran más que estar todo el día pensando en el pasado y en el futuro. Este vivir en el presente parece ser pues una condición indispensable para lograr la plenitud y la realización, y un síntoma de auténtica sabiduría.

No dudo de que en parte sea así, sin embargo no debemos olvidar que la mente humana tiene la maravillosa capacidad de evocar situaciones pasadas y de imaginar posibles mundos futuros, y que precisamente esa capacidad es una conquista evolutiva de millones de años que ha logrado diferenciarnos de la materia inerte, del mundo vegetal y finalmente de los demás animales.

Por tanto mucho me temo que la capacidad que tiene nuestra mente de proyectarse tanto hacia el pasado como hacia el futuro es un hábito que afortunadamente no desaparecerá nunca porque esa es sin duda una de las características de nuestra mente racional. Pero maticemos esto. Podemos proyectarnos mentalmente hacia el pasado desde el presente y podemos proyectarnos hacia el futuro desde el presente.

Estas proyecciones pasadas y futuras me parecen francamente naturales y útiles. Por ejemplo, tener acceso a situaciones del pasado y reflexionar sobre ellas puede ser interesante para poder evitar en el futuro algunos posibles errores que hayamos podido cometer. Así mismo tener una perspectiva de futuro puede ser algo sumamente valioso y motivador para acometer los desafíos presentes.

Desde este punto de vista creo que preocuparse por ciertas cosas no tiene absolutamente nada de malo, antes al contrario. Lo que quiero decir es que ambas cosas son igualmente útiles y necesarias para un desarrollo espiritualmente maduro y en un contexto no sesgado. Probablemente otra cosa es la preocupación excesiva, algo que el propio Edward Bach consideró como una fuente de infelicidad y como un motivo de tratamiento, pero no la simple y sana preocupación.

Lo que me temo que ocurre es que detrás de la mala prensa que en estos círculos pseudo-espirituales tiene el preocuparse no hay más que una serie de prejuicios hacia todo lo que significa la mente en general y hacia el pensamiento racional en particular. Pero éste es otro asunto que trataré de abordar muy pronto. Mantengámonos por el momento preocupadamente ocupados.

sábado, 10 de mayo de 2008

Zafón & Turrión: Más de 100 ejemplares vendidos en todo el mundo

Sin duda esos son los dos nombres de moda y esa es la noticia. Acabamos de superar esa frontera mítica y mística de los cien ejemplares. Porque lo cierto es que las historias que pretendemos vender parecen estar realmente impactando con fuerza en las mentes de todos.
Tal vez pronto los centenares se conviertan en millones y el suave chisporroteo que se aprecia sobre las cabezas de los ciudadanos pueda expandirse hasta convertirse en un sol de ideas y de pensamientos luminosos. Siempre nos quedará el alma con sus rugidos envuelta en un arrullo de león dormido.
Tal vez mañana decidamos regalarle un libro a un amigo y entremos en una librería pensando en Zafón o en Turrión. Con toda seguridad nos iremos contentos con esas historias bajo el brazo pero sin sospechar que cuando el agasajado abra sus mágicas páginas a la hora de dormir tendrá una muerte santa.
Y no es que las sílabas vayan a devorarlo, a no ser que se conviertan en dragones, en tigres, en caballos desbocados, en el reptil guardián de algún tesoro escondido o en un meteoro gigante que amenace su cama. Más bien desfallecerá cuando ya no le quede más mundo que beber y comprenda que él es el protagonista de esas historias.
Cuando eso ocurra esos cuentos colorearán el increíble y único universo en el que el lector pueda construir su casa de letras y de símbolos, una casa que será la casa de su propia conciencia. El infinito y el misterio, o tal vez la muerte, nunca dejarán de llamar a su puerta.

miércoles, 7 de mayo de 2008

El valor del Hatha Yoga: Cuerpo-Mente-Testigo

Esa es la trilogía con la que trabajamos en Hatha Yoga, porque uno de los aspectos fundamentales de la práctica es sin duda la integración cuerpo-mente. De hecho el Hatha Yoga es de las pocas disciplinas que nos brinda la posibilidad de reconocer e integrar esas dos estructuras. Y eso es precisamente lo que le da un valor añadido sobre muchas otras materias.

El Hatha Yoga nos permite realizar una primera aproximación de calidad a la totalidad del ser humano, entendido este como un compuesto de cuerpo, mente, alma y espíritu (una versión de la Gran Cadena del Ser ya mencionada en otra entrada). Esa integración consciente de cuerpo y mente está guiada por lo que podemos llamar el Testigo o el Observador, esa instancia o aspecto de uno mismo que hace precisamente eso, observar o ser testigo consciente de todo cuanto sucede en la práctica.

Por tanto el Hatha Yoga desde este punto de vista no es más que un abordaje verdaderamente integral a la realidad del ser humano, tengamos en cuenta que si hablamos de Hatha Yoga en sentido amplio tenemos que hablar de alimentación, de ejercicio físico, de meditación y de algo que en muchos casos ni siquiera se menciona y que no es más que el estudio de la filosofía y de la tradición. Con esas cuatro cosas abarcamos por tanto la GCS citada más arriba.

Esto bastaría para que la enseñanza de esta ciencia milenaria ocupara el lugar que se merece. Sinceramente creo que los argumentos anteriores son suficientes para demostrar el plus transformativo adicional que puede ofrecernos frente a otras cosas como la gimnasia, las matemáticas, la física, la psicología u otras disciplinas de semejante reputación.

Por supuesto todas esas disciplinas me parecen enormemente valiosas pero lo que quiero decir es que ninguna de ellas tiene un valor transformativo tan importante como el Hatha Yoga en el sentido de transformación de la conciencia. El Hatha Yoga integra diferentes aspectos de la conciencia posibilitando una transformación vertical de la misma mientras que muchas de esas disciplinas tan sólo trabajan y desarrollan diferentes aspectos de la conciencia en un sentido horizontal soslayando por completo los aspectos transformativos.

Y si hablamos del Testigo desde luego mucho me temo que todas esas disciplinas no tienen nada que decir. El peligro consiste en que habitualmente el Hatha Yoga se vende al lado de otras cosas que suenan más o menos parecido, como por ejemplo el Pilates, la Gimnasia, etc., o no tan parecido. Pero lo cierto es que su esencia y su fundamento sobrepasa con mucho las superficialidades y la horizontalidad de todas ellas.

Mi intención no es más que, desde estas líneas, devolver a la tradición del Hatha Yoga su verdadero nombre y sus verdaderas credenciales: el poder, la fuerza, la voluntad, el corazón, la visión, la sabiduría y la trascendencia que siempre fueron el tesoro genuino de los auténticos yoguis.