«Los verdaderos maestros no dejan huella. Son como el viento de la noche que atraviesa y cambia por completo al discípulo sin por ello alterar nada, ni siquiera sus mayores debilidades: arrastra todas las ideas que tenía sobre sí mismo y lo deja como siempre ha sido, desde el principio.»

Peter Kingsley, En los oscuros lugares del saber

viernes, 6 de junio de 2008

Teatro Espontáneo

Mientras nos contaban que Jodorowsky, alguien a quien por cierto admiro profundamente, abarrotaba un local de Valladolid con cientos de personas deseosas de recibir algún consejo psicomágico nosotros presentábamos una vez más, y ya van nueve, mi libro; esta vez en Ponferrada.

En nuestro caso no hubo ni largas colas, ni largas esperas, ni gente que se quedara sin invitación. Tan sólo pude ver una modesta docena de personas que valientemente acudió a nuestra cita. Creo que en el escenario éramos tantos como en las butacas de patio.

El Grupo de Teatro Espontáneo nos acompañaba en nuestra negrura y en nuestra profundidad. No hubo mentes que se quedaran en blanco. Los personajes cobraron vida haciéndose los dueños de la escena con un dinamismo vivo y bello. Cuando nuestros labios callaban un alma majestuosa y omnipresente nos abrazaba.

En esta ocasión los rugidos estuvieron hechos de silencio. Las historias se hicieron reales en interpretaciones sublimes. Cada uno dibujó a su manera los perfiles de los personajes y éstos pudieron hablar a través de los gestos y de las manos desnudas de los intérpretes.

No conseguimos llenar el auditorio pero milagrosamente pude ver como mis historias se hacían reales. Tal vez en un futuro no muy lejano esas representaciones puedan revelarnos otros insólitos y sorprendentes significados.

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