«Los verdaderos maestros no dejan huella. Son como el viento de la noche que atraviesa y cambia por completo al discípulo sin por ello alterar nada, ni siquiera sus mayores debilidades: arrastra todas las ideas que tenía sobre sí mismo y lo deja como siempre ha sido, desde el principio.»

Peter Kingsley, En los oscuros lugares del saber

jueves, 31 de julio de 2008

El yogui devorador de carne

Como muchos de vosotros sabréis El yogui devorador de carne es el título de uno de los cuentos de mi libro Rugidos de Almas. Algunos compañeros y alumnos se han sorprendido porque piensan que lo que estoy proponiendo y alentando a través de ese cuento es justo lo contrario de lo que propone la tradición yóguica, a saber, una alimentación carnívora.

Sin embargo tengo que decir que esa es una interpretación del cuento a todas luces literal y superficial. He de recordar que este relato, al igual que todos los que componen el citado libro, no es más que una fábula que pretende cuestionar ciertos supuestos y ciertas formas de pensar que habitualmente damos por sentados.

En particular en este cuento pretendo poner sobre la mesa el tema de las consecuencias de nuestros actos, para lo cual pensé que utilizar la imagen de un yogui devorador de carne podría ser útil, aunque con seguridad podría haber utilizado algún otro personaje.

Lo que pretendo mostrar es que no tenemos la más remota idea de cuáles pueden ser las consecuencias de nuestros actos en las vidas y en la conciencia de los demás, y todo por la sencilla razón de que las variables que intervienen en cualquier conducta humana son tantas que resulta imposible tenerlas todas en cuenta y mucho menos aún gestionarlas adecuadamente.

Como consecuencia de esto a todo el mundo le resultará fácil comprender que muchos actos que habitualmente consideramos buenos y positivos tanto para nosotros mismos como para los demás (como por ejemplo seguir una dieta vegetariana) pueden resultar desastrosos para otras personas, y que muchos actos que consideramos malos y negativos para nosotros mismos o para los demás (como por ejemplo abusar de una dieta carnívora) pueden resultar una gran bendición para quienes nos rodean.

Todo esto pone sobre la mesa la cuestión del significado de la ayuda. ¿Qué significa realmente ayudar a los demás? Tal vez todos tengamos en mente alguna ocasión en que lo que pensábamos que iba a ser de gran ayuda para algún amigo le trajo desgraciadamente el infortunio, o viceversa. Desde mi punto de vista todo este nudo puede deshacerse si diferenciamos, como ya he hecho en otro lugar, lo que podemos llamar la pequeña ayuda de la Gran Ayuda.

Lo único que he hecho ha sido crear un personaje que a través de su propia negación, a través de su propia muerte y a través de su inmolación ofrece un nuevo mundo a los demás. El yogui devorador de carne es un personaje que a pesar de actuar compulsivamente y de distorsionar el propósito de las enseñanzas espirituales es capaz de modificar la realidad de tal modo que ante los demás se abren unos horizontes inesperados.

Por tanto espero que nadie se confunda o cometa la ligereza de interpretar esos cuentos demasiado literalmente. Yo particularmente sigo siendo entusiasta de una dieta esencialmente vegetariana.

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