«Los verdaderos maestros no dejan huella. Son como el viento de la noche que atraviesa y cambia por completo al discípulo sin por ello alterar nada, ni siquiera sus mayores debilidades: arrastra todas las ideas que tenía sobre sí mismo y lo deja como siempre ha sido, desde el principio.»

Peter Kingsley, En los oscuros lugares del saber

sábado, 27 de diciembre de 2008

Mumukshutva

Creo que lo que mejor define la Nochebuena es Mumukshutva, un término sánscrito que se refiere al anhelo por lograr la liberación. Al menos ese es el anhelo que a mí se me hace patente con tan sólo dirigir la mirada por un momento hacia el interior.

Ese es también el talante con el que procuro vivir esa mágica noche, probablemente la noche más mágica del año. Porque ese anhelo por llegar a rozar lo incalificable, esa aspiración por llegar a tocar ese instante de eternidad, no es otra cosa que el resplandor del omnipresente Espíritu que trata de abrirse paso entre las montañas de superficialidad que hemos construido a nuestro alrededor.

Y es en medio de ese extraordinario e inextinguible resplandor donde recuerdo el pacto y la promesa que hice mucho tiempo atrás, la promesa de mantener encendida esa lámpara infinita hasta el fin de los tiempos. Porque esa luz no es más que la luz del dichoso Espíritu que nos deslumbra con su presencia en cuanto permitimos que su eco y su recuerdo se instalen gloriosos en el centro de nuestro Ser.

Ese fue mi pacto, mantener esa lámpara encendida a pesar de todas las tempestades que puedan agitar mi casa. Esa siempre fue, es y seguirá siendo mi apuesta. Y es así por la sencilla razón de que el único anhelo que puedo mantener intacto en este mundo tan opaco, tan árido y tan lleno de dolor es el anhelo de liberación. Ese es el único anhelo y el único grito verdadero que puedo ofrecer al mundo.

Sí, ese es el grito y la llamada del Espíritu, la más excelsa de las realizaciones y la más elevada de las experiencias. De hecho esa es la única experiencia posible. Y eso se hace patente, se nos torna evidente, en Nochebuena, aunque no lo queramos o no lo podamos reconocer. Eso es Mumukshutva, la eterna llamada del Espíritu que se nos cuela en casa mientras nosotros, sufrientes, nos consolamos con unos efímeros langostinos.

¡Que brille pues esa lámpara con más fuerza que nunca, que se agite y que crezca la llama con el poder de lo innombrable, que el Espíritu que nos posee y que nos devora abra una brecha en la invisible eternidad para que todas estas palabras caigan al suelo como esqueletos muertos, que se haga el silencio para que desde las profundidades de la nada pueda emerger un nuevo y delicioso mundo de diamantes indestructibles con los que podamos adornar nuestras casas navideñas!

domingo, 21 de diciembre de 2008

Joseph Campbell

Acabo de darle un repaso al libro de Joseph Campbell El héroe de las mil caras. Campbell es sin duda uno de los mayores entusiastas de los mitos y probablemente el mayor experto mundial en esa materia.

Creo que en su trabajo expone una serie de verdades importantes que merece la pena tener en cuenta, a pesar de las críticas que ha recibido de investigadores como Ken Wilber.

El caso es que el libro de Campbell se puede resumir muy fácilmente porque el tema fundamental que aborda desde el principio hasta el final es lo que él llama “el viaje del héroe”, un tema que según Campbell aparece en todos las mitologías y en todas las culturas del mundo, desde los mitos griegos hasta las revelaciones religiosas pasando por los cuentos de hadas, presentando en todos los casos los mismos patrones y, más o menos, las mismas fases. Y es que según Campbell ese viaje no es otro que el periplo que el alma humana recorre en su devenir cósmico.

Este es un tema que me interesa muchísimo, porque la conclusión a la que uno fácilmente llega tras la lectura es que a fin de cuentas lo que el héroe hace en su viaje (lo que cada uno de nosotros hacemos) es atravesar una frontera tras la cual se siente (resumiéndolo mucho) más pleno, más consciente, más íntegro, más maduro; un viaje que no es otra cosa que el viaje de su propia conciencia; un viaje que implica una muerte, un renacimiento y, en definitiva, una trascendencia de las condiciones de las que parte en su andadura mítica; un viaje que se resume en tres fases: separación – iniciación – retorno, tres fases que podrían tener mucho que ver con la forma que, según Wilber, el desarrollo presenta en cada una de sus fronteras (fulcros): fusión – diferenciación – integración.

Así pues, la impresión que da es que los rasgos fundamentales del viaje del héroe no son otra cosa que las características universales del paso de cualquier frontera (aunque Campbell no parece distinguir los diferentes tipos de frontera que puede atravesar la conciencia en su desarrollo, algo que podría ser precisamente uno de los principales objetos de crítica).

Por tanto si de lo que hablamos es de que estamos ante las características universales de todas las fronteras, y si suponemos, como todo el mundo puede suponer y como muchos terapeutas (incluido el propio Bach) han considerado, que el fenómeno de la curación significa atravesar algún tipo de frontera en el que la conciencia crece, la conclusión lógica y natural a la que podemos llegar es que el ciclo mítico-transformativo puede ser aplicado a la propia curación.

Por supuesto es muy posible que la curación pueda ser vista desde múltiples perspectivas, porque tal vez haya curaciones transformativas (aquellas en las que la conciencia crece) y curaciones meramente traslativas (aquellas en las que no se produce ninguna transformación significativa), pero eso sin duda es otra historia.

viernes, 12 de diciembre de 2008

En la frontera del yoga

Decididamente las tardes de los miércoles no me resultan fáciles de llevar. En esas maratonianas jornadas tengo que impartir tres clases consecutivas en tres pueblos diferentes. Todos los años pienso que debería hacer algo al respecto, pero finalmente las cosas acaban igual.

Primero empiezo en Monleras, a unos 55 kilómetros de Salamanca, a las tres y cuarto de la tarde (una hora intempestiva para la práctica del yoga, por cierto, pero es la única hora disponible para mis alumnos allí). Después de Monleras recorro unos 30 kilómetros hasta Villarino, justo en el límite de la provincia y del país, para empezar la clase allí a las cinco. Tras la clase de Villarino, ya al anochecer, atravieso toda la comarca pasando por localidades como Trabanca, Ahigal de Villarino, Sanchón de la Rivera y Vitigudino para recorrer 50 kilómetros más hasta llegar a Villavieja de Yeltes a las siete y cuarto. Allí termino sobre las ocho y media para finalmente atravesar los 80 kilómetros que separan esta última localidad de Salamanca. Así pues, suelo llegar a casa a eso de las diez de la noche.

A pesar del inconveniente del cansancio que supone dirigir tres clases en tres sitios tan diferentes y en condiciones tan diferentes, la aventura también tiene sus cosas positivas. Como Villarino está justo en la frontera portuguesa puedo decir que todas las semanas puedo ver otro país. Y ciertamente en muchas ocasiones es una visión abrumadoramente bella. En los días claros pueden verse a lo lejos las ondulantes y azuladas colinas portuguesas perdiéndose en el horizonte. Otras veces veo una puesta de sol incandescente que recorta la silueta mágica de encinas y robles mientras atravieso la fría Gudina.

Sin duda es una suerte tener el privilegio de diseminar las semillas del yoga en regiones tan remotas. Ni los más sabios videntes del otro lado del Indo lo hubieran imaginado.

¡Ah!, se me olvidaba. En Villavieja hemos dejado atrás finalmente la “era glacial”. Ya tenemos calefacción en el Colegio. Y esa es una muy muy buena noticia.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Desayunos

Quizá no haya nada tan maravilloso como poder disfrutar de un buen desayuno tras la ventana de alguno de los cafés más emblemáticos de esta ciudad mientras la lluvia comienza a caer en la calle. Al menos eso es lo que pienso mientras esta humeante taza de café calienta mis manos.

Tal vez haya otros desayunos sublimes en otros cafés y en otras ciudades. Tal vez hubo desayunos deliciosos en otros tiempos y tal vez haya muchos otros tan exquisitos como éste en un tiempo futuro.

Sin embargo, el pequeño éxtasis y la profunda y entrañable sensación de atemporalidad que vivo mientras la lluvia continua cayendo y la gente continua paseando afuera es una demoledora prueba de que el infinito también puede ser percibido desde algo tan simple y tan cotidiano como un desayuno.

Y tal vez no necesitemos remontarnos a otros mundos, a otras épocas pasadas o anticipar otros futuros momentos. Quizá baste con comprender que cada desayuno que nos podamos tomar tras las ventanas de este café, de todos los cafés del mundo, en esta maravillosa ciudad, en cualquier ciudad del mundo, esconde el secreto que nos hará despertar a un mundo y a un Espíritu inmortal que también resplandece en nuestros pequeños universos de tazas y de croissants.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Internet y el Espíritu

Últimamente he podido percibir en determinados círculos “alternativos”, y especialmente en algunos ámbitos relacionados con el yoga, cierto rechazo hacia todo lo relacionado con las nuevas tecnologías, principalmente hacia todo lo relacionado con Internet. Algunas veces se trata de un rechazo directo y muchas otras de una extraña mirada recelosa hacia todo lo que suponga encender un ordenador o abrir una cuenta de correo electrónico.

Parece como si con esa actitud pretendieran convencernos de que todo ese asunto tiene muchos más inconvenientes que ventajas, como si participando del milagro de los bits y de todas esas grandes cantidades de información estuviéramos perdiendo algo esencial, como si navegando por la Red fuéramos a perder nuestra genuina humanidad y el contacto con el Espíritu.

Pareciera como si quisieran decirnos: “Volvamos a la vida simple del ayer, dejemos de complicarnos con todas esas dificultades, seamos mucho más auténticos negándonos a utilizar todos esos medios tecnológicos que tanto nos alienan”.

En algunos sentidos no les falta razón, porque efectivamente es muy posible que la tecnología pueda hacernos perder nuestras auténticas raíces y la apertura hacia la simplicidad de la vida. Sin embargo también es cierto que nuestros amigos amantes de la “vida simple del ayer” parecen ignorar que existe una cosa que se llama evolución, un proceso imparable que afecta a todo el universo, incluidas todas las producciones humanas, y que este increíble proceso opera de lo simple a lo complejo (y les recuerdo que complejo no necesariamente significa complicado): de las células a los órganos, y de éstos a los organismos; de las tribus primitivas a las sociedades agrarias, y de éstas a la moderna sociedad de la información. Y éstos son sólo algunos ejemplos.

Creo que a estas alturas nadie puede negar que estemos inmersos en un proceso imparable en el que todos participamos, un proceso que, como digo, también afecta a la tecnología y a todas las producciones humanas. Desde luego es muy posible que muchas cosas se hayan perdido, tal y como nuestros amigos alegan, pero estoy convencido de que son muchas más las cosas que hemos ganado.

En absoluto estoy de acuerdo en que estemos perdiendo el contacto con el Espíritu. En todo caso estamos asistiendo al despliegue del Espíritu a través de muchas formas, incluidas las formas tecnológicas actuales. Así pues, al igual que no podemos negarnos a utilizar nuestros coches porque tengan ruedas, dejar de leer nuestros libros porque estén impresos o viajar a la India para “iluminarnos” porque tengamos que utilizar el avión, tampoco podemos dejar de utilizar Internet porque nos sirva para comunicarnos en un instante.

Porque el hecho de que estemos inmersos en un mar de información que en muchas ocasiones nos desborda no significa que tengamos que perder necesariamente la profundidad de la vida ni que el Espíritu se haya ido de vacaciones. Creo que hemos de acostumbrarnos a las novedades que surgen día tras día, instante tras instante, y comprender definitivamente que en cada momento asistimos a una manifestación radicalmente nueva de un Espíritu que nos sobrepasa y que, casi con certeza, es el fundamento mismo de cada uno de nuestro gestos, de cada uno de nuestros anhelos y de cada una de nuestras realizaciones y producciones, incluidas todas las tecnologías habidas y por haber por muy ásperas que nos puedan parecer.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

El error de Descartes, el error de Damasio

Acabo de darle un repaso al libro El error de Descartes de Antonio Damasio, uno de los neurocientíficos más sobresalientes del momento. Y todo por que sigo tras la pista de las emociones, algo de lo que el propio Damasio se ocupa en el libro. Y no sólo de las emociones sino también de la naturaleza de la mente, de la razón y de la consciencia.

Además de hacer una distinción entre emociones primarias (felicidad, tristeza, ira, miedo y asco) y emociones secundarias, cosa que ya han hecho otros investigadores, Damasio llega a la importante conclusión de que en las emociones participan o están involucradas diversas estructuras cerebrales, desde el tronco cerebral hasta el neocórtex pasando por el sistema límbico; y sugiere que proporcionan el puente entre los procesos racionales y los no racionales, entre las estructuras corticales y las subcorticales.

En la última parte del libro Damasio se ocupa del tema de la consciencia y del problema mente-cuerpo, y es en ese punto donde desde mi punto de vista Damasio fracasa estrepitosamente. Porque a pesar de que en ciertos pasajes del libro deja entrever la posibilidad de abordar todos estos temas desde una perspectiva integral y multinivel, acaba precipitándose y aterrizando sobre sus preferencias empírico-objetivas desde las cuales la mente y la consciencia no se contemplan como mucho más que un mero epifenómeno que surge de la actividad neuronal. Lo podemos comprobar cuando afirma literalmente: lo que estoy sugiriendo es que la mente surge de la actividad neuronal.

Sin embargo vuelve a poner el dedo en la llaga cuando se pregunta: ¿Por qué arte de birlibirloque una imagen del objeto X y un estado del yo, los cuales existen como activaciones momentáneas de representaciones organizadas topográficamente, generan la subjetividad que caracteriza nuestras experiencias?

Desde mi punto de vista es muy posible que esa pregunta no se pueda responder con argumentos cientifistas y objetivistas, y todo por la sencilla razón de que la propia pregunta parte del supuesto de que la subjetividad es producto de la actividad neuronal, un supuesto que puede estar totalmente equivocado. Se da por sentado que el yo surge de los ellos (hablando en términos wilberianos). Sin embargo no puede haber duda de que la experiencia inmediata de la subjetividad es de una cualidad muy diferente a la de todas las conexiones neuronales de las que se la pretende hacer derivar (en otras palabras, uno no experimenta conexiones neuronales ni representaciones organizadas topográficamente), porque no es muy difícil darse cuenta de que la experiencia simplemente es.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Fronteras emocionales

Últimamente me he preguntado, como ya he sugerido en la entrada anterior, cuál podría ser una buena manera de situar las emociones (y por tanto también posiblemente las Flores de Bach) en un contexto evolutivo, desde las más fundamentales hasta las más significativas, desde las más arcaicas hasta las más racionales, lo cual contribuiría a establecer una línea de desarrollo de las emociones que podría ayudarnos a trabajar con las Flores de Bach.

Pero, ¿qué ocurriría si cada uno de esos estados emocionales (cada una de las Flores) tuviera su propia línea de desarrollo, su propia dinámica evolutiva dentro de nuestro propio panorama emocional?

Pongamos por caso Mímulus (el típico estado de miedo a alguna cosa conocida). Se me antoja que nuestra relación con Mímulus bien podría atravesar una serie de fases o fronteras a lo largo del tiempo, unos estadios que tal vez podríamos resumir en los siguientes:

1. Simplemente nos sentimos atenazados por el miedo. Nos vemos arrastrados por la sensación de miedo sin ser demasiado conscientes de cómo hemos llegado a ese estado. No sentimos otra cosa que miedo y lo único que podemos hacer es esperar que esa desagradable sensación desaparezca pronto.

2. Empezamos a discernir claramente las situaciones que nos provocan miedo y logramos atisbar, a hacernos conscientes, de que junto al miedo existe una cosa que se llama valor o valentía. Entendemos que para superar el miedo contamos con una buena dosis de valor a la que tal vez podamos apelar al enfrentarnos a las cosas que tememos.

3. Comprendemos que miedo y valor son las dos caras de una misma moneda, que una no puede existir sin la otra, y que es muy posible que en muchas situaciones se nos presenten juntas. De lo que ahora somos capaces es de manejarnos ante las cosas que antes nos provocaban miedo con el pack miedo-valor de una forma mucho más consciente y mucho más sabia.

4. Hemos logrado integrar el miedo y el valor en nuestra propia estructura psíquica y las situaciones que antes nos hacían temblar son ahora una oportunidad para trascender nuestra propia condición de miedo-valor e incluso para desarrollar nuevas cualidades y valores.

Por supuesto esto podría no ser más que una mera aproximación a una posible evolución de Mímulus, una serie de fases que podrían sucederse a través de una sucesión de fronteras en nuestra propia consciencia. En ese sentido atravesar cada una de las fronteras equivaldría a ingresar en otros tantos paisajes emocionales desde los que Mímulus se contemplaría desde una perspectiva diferente.

Desde luego cada uno de esos paisajes trasciende e incluye (a lo Wilber) a todos los anteriores. Cada nueva perspectiva emocional puede así convertirse en un peldaño más de la escalera evolutiva de Mímulus en nuestro propio collage anímico. Ascender por ella muy bien podría acercarnos a la voz del alma, a la delicada voz, tal como Bach la llamaba.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Inteligencia Emocional

Acabo de hincarle el diente al libro Inteligencia Emocional de Daniel Goleman; ya sabéis, un clásico sobre el tema de las emociones. Me ha parecido oportuno hacerlo debido a la posible relación que puedan tener las modernas investigaciones sobre las emociones con la terapia con Flores de Bach, sobre todo por ser esta última un asunto de emociones, por lo menos tal como se plantea hoy día en determinados círculos.

Sin embargo no estoy tan seguro de que las Flores de Bach sea tan sólo un asunto de emociones. Decididamente no creo que todas las flores correspondan a emociones o, como a veces se las describe, a reacciones emocionales que casi siempre se clasifican como si estuvieran al mismo nivel o pertenecieran a la misma categoría de “posibles reacciones emocionales que puede tener un ser humano” (todas ellas pertenecientes a alguno de los siete grupos en los que las clasificó Bach).

Lo que quiero decir es que casi con seguridad algunos estados emocionales Bach son, evolutivamente hablando, mucho más antiguos que otros. Si por ejemplo tomamos Rock Rose, la flor correspondiente al miedo irracional y paralizante, nos daremos cuenta de que el cariz y la textura emocional de ese estado son muy diferentes a los de muchos otros, como por ejemplo en el caso de Scleranthus, el típico estado de duda entre dos cosas.

Así pues no es muy difícil darse cuenta de que mientras Rock Rose corresponde más a una reacción visceral y corporal, probablemente bastante primitiva (tronco cerebral y sistema límbico), Scleranthus encaja más con una problemática más mental que otra cosa (neocórtex). El propio Goleman y muchos otros autores señalan que es muy posible que sólo haya unas pocas emociones realmente primitivas o protoemociones a partir de las cuales se han ido construyendo las demás.

Por tanto una tarea interesante podría ser tratar de situar los estados florales a lo largo de todo el espectro de conciencia (tronco cerebral – sistema límbico – neocórtex) o, lo que es lo mismo, tratar de situarlas en un contexto evolutivo por orden de aparición en el escenario emocional humano.

Me parece interesante porque, tal como han demostrado muchos autores, el mecanismo de la represión parece jugar un papel fundamental en nuestra psique, una represión que parece que sólo puede ser entendida si tenemos en cuenta la forma en que se desarrolla la evolución de las estructuras cerebrales y, por tanto, de sus posibles correlatos emocionales y mentales.

En nuestro contexto bachiano represión simplemente significaría que ciertos estados emocionales reprimen, ocultan, esconden o enmascaran a otros (las conocidas capas de cebolla), cosa que frecuentemente suele ser bastante habitual en la consulta. El asunto en estos casos sería ver si las capas de cebolla corresponden a una secuencia evolutiva o no.

Desde luego todo este tipo de investigaciones puede ser apasionante y, aunque por una parte es posible que en cierta medida nos apartemos de la sencillez que proclamaba Bach respecto al trabajo con su método curativo, debemos decir que por otra parte hacemos nuestras sus propias palabras respecto a las finalidades del médico del futuro: “tendrá que haber estudiado profundamente las leyes que rigen a la humanidad y a la propia naturaleza humana”, algo que por cierto es competencia de la Psicología y de muchas otras ciencias.

lunes, 27 de octubre de 2008

Rodeos filosóficos otoñales

Desde luego una de las cosas que más me interesa es la terapia en un sentido amplio, entendida como los medios o las vías hacia la curación. Creo que una de las investigaciones más apasionantes que podemos emprender hoy día es tratar de dilucidar cuál es la relación entre terapia y espiritualidad, qué entendemos por terapia y qué entendemos por espiritualidad. ¿Se puede estar sano estando espiritualmente enfermo? ¿Se puede estar espiritualmente muy desarrollado con una salud defectuosa?

Siempre he albergado la esperanza de que la Terapia con Flores de Bach pueda ayudarnos a responder este tipo de cuestiones y muchas otras que posiblemente puedan plantearse. Para ello se me antoja necesario un acercamiento integral a la Terapia Floral, lo cual sin duda exigirá echar un vistazo a los trabajos de reputados investigadores y terapeutas florales, entre los que posiblemente cabe destacar a Lluis Juan Bautista, Pedro López Clemente, Ricardo Orozco y Eduardo Grecco, entre otros, así como al propio Edward Bach.

Pero antes de abordar su obra me parece oportuno dar un rodeo por otras materias y otros campos de conocimiento que pueden arrojar mucha luz sobre el tema en cuestión, un rodeo que con seguridad nos llevará a los dominios de la psicología, la espiritualidad, la religión, la filosofía,etc., una aventura que tal vez valga la pena recorrer en nuestro intento de dotar de significado a nuestra existencia en un mundo en el que la profundidad de la vida brilla cada vez más por su ausencia, una aventura intelectual y experiencial en la que con mucho gusto me embarcaré (a pesar de ser consciente de que es muy posible que algo tan vasto me lleve toda la vida).

De momento, como me encanta hacer planes, me he provisto con una lista de obras en las que trataré de trabajar los próximos ocho o nueve meses. Son estas:

El Ojo del Espíritu de Ken Wilber.
Ciencia y Religión de Ken Wilber.
Primal Healing de Arthur Janov.
El héroe de las mil caras de Joseph Campbell.
El fenómeno humano de P. Teilhard de Chardin.
Una guía para los perplejos de E. F. Schumacher.
La espiritualidad de los movimientos esotéricos modernos de A. Faivre y otros.
El juego cósmico (o alguna otra cosa) de Stanislav Grof.
Inteligencia emocional de Daniel Goleman.
La creación de la experiencia de Jacobo Grinberg-Zylberbaum.
El hombre autorrealizado (o alguna otra cosa) de Abraham Maslow.
El mundo de las palabras (o laguna otra cosa) de Steven Pinker.
La estructura de las revoluciones científicas de T. S. Khun.
Algo de C. G. Jung.
Continuar con el maravilloso La pasión del pensamiento occidental de Richard Tarnas.
De la mística de Raimon Panikkar.
Fundamentos de la vía media de Nagarjuna.
Alguna que otra cosa que se cruce en mi camino como por ejemplo Asimetrías de Salvador Pániker.

Como veis hay mucho de todo. Si os apetece echar algún vistazo a alguno de esos libros podemos comentarlos juntos. Tal vez ya hayáis leído alguno de ellos. Me encantará escuchar o leer vuestras opiniones y sugerencias.

lunes, 20 de octubre de 2008

Menos turistas, más viajeros

Decididamente el mundo está lleno de turistas. En casi todos los lugares emblemáticos de cualquier ciudad abundan los turistas, y tal es así que incluso ellos mismos han logrado eclipsar todos los símbolos y los monumentos para erigirse protagonistas en medio de un ruido de cámaras digitales que no cesa.

Sujetos que coleccionan y miran objetos, ciudades convertidas en museos, ojos que no ven, ni sienten, ni probablemente comprenden que las ciudades, los monumentos, las catedrales también son seres dotados de cuerpo, mente, alma y espíritu; ojos ciegos al movimiento de la conciencia y a los tesoros secretos que palpitan en el corazón de todos esos lugares.

Marea de gente muerta, en fin, muerta hasta el empacho con lo que con seguridad se convertirá en una abrumadora colección de aburridas fotografías. Pero creo que ya es suficiente. Mi apuesta siempre ha sido, es y será dejar de ser un mero turista para convertirme en viajero. Pero para una explicación más detallada de lo que esto pueda significar os remito al cuento titulado La enciclopedia de mi libro Rugidos de almas, ese que comienza así:
Cuando el pequeño Golon cumplió diez años recibió dos regalos, uno procedente del cielo, el otro de sus padres. Lo que bajó de las nubes fue su nombre. Él no lo quiso, pero su cabeza tenía la propiedad de ser un imán para los excrementos de las golondrinas.

lunes, 6 de octubre de 2008

Co-creacion

Pues si, co-creacion, esa parece ser una de las claves de Findhorn y de sus alrededores, un intento creativo de establecer una nueva forma de entender la vida, la conciencia y la espiritualidad. Hoy en dia, por lo que veo, parece que los “devas”, esas inteligencias que en su dia fueron el alma mater de esta comunidad, no se dejan ver ni sentir tan facilmente. Desde luego aqui todo el mundo da por sentado que si realmente pudieramos cooperar con estas entidades, con estos espiritus de la naturaleza, seriamos capaces de dar a luz un mundo mas justo y mas comprensivo.

Tengo que decir que lo que aqui se aprecia, lo que aqui realmente se ha manifestado, es algo que no he podido encontrar en ningun otro lugar. Pienso que aun no podemos saber si las fuerzas que inspiran a las personas que viven y trabajan aqui seran capaces de llevar a cabo esa transformacion planetaria que muchos auguran, pero lo cierto es que cuando uno pasea por los rincones de la comunidad, medita en sus santuarios o simplemente cruza una sonrisa con alguien no deja de pensar que las cosas aqui parecen ir por buen camino. Veremos como se desarrollan las cosas en el futuro. De momento, si os apetece saber de que va todo esto os recomiendo que echeis un vistazo a http://www.findhorn.org/

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Londres y el sindrome de Ebaristo II

Como Ken Wilber sigue siendo uno de mis referentes he buscado a mi manera sus propios referentes en algunas librerias londinenses para despues sacar a su debido tiempo mis propias conclusiones. De momento no estaria mal para empezar: The origins and history of consciousness de Erich Neumann, Transformations of consciousness de Engler, Wilber y Brown o Ego phychology de Gertrud & Rubin Blanck, por supuesto ninguno de los tres traducidos al castellano. Por el momento no he podido encontrar nada, solo algunas librerias de segunda mano con secciones esotericas de poca monta. Me temo que tendre que recurrir a los recursos que nos brinda internet para obtener esas obras.

Ante todo tengo muy claro que no estoy aqui solo para obtener una experiencia mas, un viaje mas que apuntar en mi curriculum viajero, sobre todo porque mi intencion es que todos mis viajes sean actos poeticos, si podemos utilizar esta expresion. No colecciono experiencias, no me basta eso; necesito metabolizarlas porque sencillamente estoy entregado a la tarea de crearme un alma y un destino. Veremos hasta donde nos lleva todo esto.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Londres y el sindrome de Ebaristo I

Pues si, finalmente me he embarcado en esta aventura. A pesar de que el mar de mi conciencia no estaba del todo tranquilo he decidido hacer la maleta y poner rumbo a Escocia via Londres.
De todas formas continuo bajo el efecto de lo que he llamado el sindrome de Ebaristo. Por el momento baste decir que Ebaristo ha sido probablemente uno de los heroes anonimos de mi familia. Desde mi pequeinez londinense deseo dedicarle este viaje, entre otros, a el.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Noche oscura

Pues sí, casi un mes sin tocar este blog y sin tocar una sola tecla del ordenador. Ni una letra, ni una palabra, ni una frase, ni un párrafo, nada coherente. Nada de eso ha sido posible. Y es que la extraña e inesperada noche oscura en la que he estado sumido me ha hecho polvo los huesos, los músculos y las neuronas.

Lo cierto es que todos mis miedos parecen haberse dado cita delante de mí para hacerme el agosto casi insoportable. Desde luego todo este trajín anímico tan caótico lleva la marca de las peores noches oscuras del alma. Menos mal que uno ya tiene cierta experiencia en estas lides y poco a poco hasta es capaz de ir poniendo los pies a cierta distancia del ojo del huracán.

El caso es que sigo en tierra tras haber aplazado el viaje a Escocia que tenía previsto. No me preguntéis ahora los motivos, pues han sido uno y muchos al mismo tiempo, algo así como en las peores pesadillas cuánticas.

A pesar de todo prometo seguir dando bastante guerra tras el apocamiento generalizado del que he sido víctima estas últimas semanas. No descarto la posibilidad de abordar las islas británicas en estos próximos días. ¿Quién sabe? Por otra parte tal vez sea más propicio esperar a que la marea fluya (a lo Machado), o simplemente tratar de encontrar la paz. De todo ello no dudéis en informaros aquí. Prometo seguir escribiendo al menos una vez a la semana.

lunes, 11 de agosto de 2008

El propósito de la vida

Creo que el tema del propósito de la vida, de nuestra vida en particular en el contexto de la Vida en general, y la búsqueda de un posible propósito personal es una de las cuestiones más profundas que hoy por hoy podemos abordar dentro una perspectiva espiritual.

Si en verdad aspiramos a ser los partícipes de una espiritualidad auténticamente integral y los abanderados de una nueva forma de ser-estar en el mundo se me antoja que esta es una cuestión fundamental, un punto que por otra parte ya ha sido puesto sobre la mesa por grandes pensadores y por la mayoría de las tradiciones espirituales y filosóficas del mundo, aunque quizá en el punto en el que estamos, en la encrucijada en la que convergen tantos credos diferentes, tantas prácticas y caminos, y en la que corremos el riesgo de perder nuestra auténtica conexión con la fuente de nuestro propio ser, debamos matizar a qué nos referimos cuando hablamos de propósito personal.

Sin dejar de tener en cuenta a Jodorowsky, que ya dijo que la vida no tenía sentido sino que había que vivirla (lo cual es algo parecido a dotar de sentido a esa vida vivida, aunque imagino que sobre lo que quiere hacer hincapié es que puede ser mucho más favorable dejarse de preguntas intelectuales y embarcarse definitivamente en la vasta experiencia del vivir), creo que el asunto del propósito se puede ver como casi todo desde múltiples puntos de vista.

Porque hay diferentes propósitos. Por supuesto están los propósitos convencionales, como por ejemplo conseguir un buen puesto de trabajo, ganar el suficiente dinero como para vivir una vida digna y conseguir una jubilación aceptable, tener amigos, lograr la fama, el poder, la admiración de los demás, etc., propósitos todos ellos lícitos y a los que en mayor o menor medida todos aspiramos. Pero si damos un paso más nos encontraremos con los propósitos posconvencionales, y ahí es donde nos topamos con las grandes preguntas sobre el misterio de la vida (cuyas respuestas por cierto no nos cansaremos de buscar), preguntas del tipo: qué significa, qué sentido tiene, hacia dónde voy, cómo me defino, etc.

Ni que decir tiene que un auténtico camino espiritual ha de tener presentes todas estas cuestiones. Y no es que les vayamos a encontrar respuestas a las primeras de cambio, posiblemente muchas de ellas requerirán el trabajo de toda una vida, pero sí podemos hacer aproximaciones aceptables, pequeños o grandes rodeos que nos conduzcan al núcleo de nuestro destino. Porque se me antoja que este propósito personal nuestro (a lo Bach) puede llegar a ser una especie de atractor extraño, un punto omega (a lo Teilhard de Chardin), un arquetipo sutil (a lo Wilber) que sea realmente el indefinible e incalificable fundamento que desde nuestras divinas profundidades nos llame sin cesar para que nos reunamos con él y en él en un divino e inolvidable abrazo. Tal vez entonces descubramos que el propósito de nuestra vida y el propósito de la Vida devienen Uno.

jueves, 31 de julio de 2008

El yogui devorador de carne

Como muchos de vosotros sabréis El yogui devorador de carne es el título de uno de los cuentos de mi libro Rugidos de Almas. Algunos compañeros y alumnos se han sorprendido porque piensan que lo que estoy proponiendo y alentando a través de ese cuento es justo lo contrario de lo que propone la tradición yóguica, a saber, una alimentación carnívora.

Sin embargo tengo que decir que esa es una interpretación del cuento a todas luces literal y superficial. He de recordar que este relato, al igual que todos los que componen el citado libro, no es más que una fábula que pretende cuestionar ciertos supuestos y ciertas formas de pensar que habitualmente damos por sentados.

En particular en este cuento pretendo poner sobre la mesa el tema de las consecuencias de nuestros actos, para lo cual pensé que utilizar la imagen de un yogui devorador de carne podría ser útil, aunque con seguridad podría haber utilizado algún otro personaje.

Lo que pretendo mostrar es que no tenemos la más remota idea de cuáles pueden ser las consecuencias de nuestros actos en las vidas y en la conciencia de los demás, y todo por la sencilla razón de que las variables que intervienen en cualquier conducta humana son tantas que resulta imposible tenerlas todas en cuenta y mucho menos aún gestionarlas adecuadamente.

Como consecuencia de esto a todo el mundo le resultará fácil comprender que muchos actos que habitualmente consideramos buenos y positivos tanto para nosotros mismos como para los demás (como por ejemplo seguir una dieta vegetariana) pueden resultar desastrosos para otras personas, y que muchos actos que consideramos malos y negativos para nosotros mismos o para los demás (como por ejemplo abusar de una dieta carnívora) pueden resultar una gran bendición para quienes nos rodean.

Todo esto pone sobre la mesa la cuestión del significado de la ayuda. ¿Qué significa realmente ayudar a los demás? Tal vez todos tengamos en mente alguna ocasión en que lo que pensábamos que iba a ser de gran ayuda para algún amigo le trajo desgraciadamente el infortunio, o viceversa. Desde mi punto de vista todo este nudo puede deshacerse si diferenciamos, como ya he hecho en otro lugar, lo que podemos llamar la pequeña ayuda de la Gran Ayuda.

Lo único que he hecho ha sido crear un personaje que a través de su propia negación, a través de su propia muerte y a través de su inmolación ofrece un nuevo mundo a los demás. El yogui devorador de carne es un personaje que a pesar de actuar compulsivamente y de distorsionar el propósito de las enseñanzas espirituales es capaz de modificar la realidad de tal modo que ante los demás se abren unos horizontes inesperados.

Por tanto espero que nadie se confunda o cometa la ligereza de interpretar esos cuentos demasiado literalmente. Yo particularmente sigo siendo entusiasta de una dieta esencialmente vegetariana.

miércoles, 23 de julio de 2008

La entrevista en la terapia con Flores de Bach

Como ya he comentado en alguna otra ocasión en la consulta de Flores de Bach se ponen en juego dos aspectos diferentes: por una parte tenemos el aspecto fenomenológico-interpretativo de la consulta en sí, y por otro el elemento físico-objetivo constituido por el propio frasco de esencias que solemos recetar en la consulta.

Al contrario de lo que muchos terapeutas florales puedan pensar creo que realizar con éxito un diagnóstico de flores no es un asunto fácil. Y todo ello por la sencilla razón de que posiblemente una de las mayores dificultades que se nos presentan en la entrevista es que tenemos que abordar la cuestión desde al menos dos perspectivas diferentes.

Por un lado tenemos que adoptar la perspectiva del “nosotros” en la que nos envolvemos con el paciente prestando atención a cosas como el reconocimiento en nosotros mismos de los estados florales en los que se mueve el propio paciente. Se trata de sintonizar en cierta forma con el tono emocional del consultante adoptando una actitud de apertura y de escucha en la que la empatía juega un papel fundamental.

Pero por otra parte debemos tener una visión de conjunto de las treinta y ocho flores desde una perspectiva de tercera persona. En otras palabras, tenemos que tratar al paciente como portador de una serie de objetos emocionales específicos. Esto equivale a algo así como a tener una vista de pájaro desapegada tanto del paciente como de nuestro propio sistema terapéutico.

Por tanto el arte de la terapia consiste en pasar de una perspectiva a otra según lo requieran las circunstancias, lo cual es un asunto verdaderamente difícil, por no mencionar las dificultades relacionadas con los posibles sesgos que pueden afectar a nuestro propio reconocimiento de los estados emocionales y que nos pueden conducir a una interpretación errónea de los mismos.

Sin duda nuestros propios matices emocionales pueden ser un filtro importante a la hora de reconocer los objetos emocionales del paciente ya que de una u otra forma siempre vamos a abordar cualquier entrevista desde nuestra propia perspectiva. Por tanto creo que debemos tener en cuenta todas estas cuestiones en la terapia, porque aunque para muchos no sean más que pequeños matices no por ello van a dejar de ser menos decisivos.

viernes, 18 de julio de 2008

Abrazos esotéricos

Tengo una buena amiga que cada vez que me ve me acusa de huir de los besos y de los abrazos. Tengo que reconocer que nunca fui demasiado besucón. Tal vez todo sea cuestión de educación y consecuencia del clima familiar en el que me tocó vivir.

Lo cierto es que en un abrazo pueden florecer y reconocerse algunos sentimientos y emociones que suelen permanecer en la sombra habitualmente, como por ejemplo el sentimiento de cariño, de amor, la sensación de compartir un espíritu común, el sentimiento de que en cierto sentido todos estamos en el mismo barco o de que compartimos inquietudes comunes. Desde luego un abrazo es una gran oportunidad para que los corazones puedan reconocerse en un único y amoroso latido, lo cual es sumamente sano y recomendable.

Pero no debemos pasar por alto que este abrazo corporal es sin duda el abrazo más fácil de realizar, un ejercicio saludable al alcance de todo el mundo. A menudo, y en algunos círculos espirituales, se asocia una gran profusión de abrazos a un mayor contacto con la dimensión espiritual de la vida. No dudo de que esto sea así, sin embargo los problemas siempre suelen surgir cuando tratamos de pasar del abrazo físico-corporal al abrazo en el diálogo, en la comunicación libre, en el intercambio de puntos de vista, en el entendimiento mutuo y en la crítica constructiva, dimensiones todas ellas que en muchos sentidos son soslayadas sobre todo por los habituales círculos místico-esotéricos de la Nueva Era; dimensiones que por otra parte traté de poner sobre la mesa en las tertulias semanales realizadas entre Octubre de 2006 y Junio de 2007.

Desde luego el Espíritu puede despertarse en el cuerpo a cuerpo de un abrazo fraternal pero desde mi punto de vista necesita ser cultivado en el diálogo creativo de una comunicación respetuosa, madura y espiritualmente informada para después ser consolidado en otras dimensiones posiblemente transverbales y transdialóguicas.

Es evidente que el primer destello del Espíritu puede captarse en todos esos recomendables abrazos pero si queremos que realmente pueda florecer en nosotros y entre nosotros debemos tener en cuenta que su luz sólo se hará más clara cuando incorporemos o descubramos en nosotros y entre nosotros no sólo la riqueza de nuestros cuerpos sino también la de nuestras mentes, la de nuestras almas y la de nuestros espíritus.

Mi intención siempre fue reivindicar que el diálogo constructivo, el estudio teórico de la espiritualidad y la intelectualidad nunca estuvieron reñidas con el despertar espiritual, antes al contrario. De hecho mi idea siempre fue y sigue siendo tratar de tender un puente entre la popular espiritualidad de la Nueva Era y el intelectualismo académico (dos ámbitos que he tenido la oportunidad de conocer). Creo que el espíritu de una verdadera Nueva Era sólo podrá manifestarse si abogamos por una reconciliación afectuosa con las múltiples formas de pensamiento y con todos los sistemas de conocimiento que estructuran nuestra sociedad y nuestra cultura actual e integramos en nuestra experiencia espiritual lo mejor de todos ellos.

miércoles, 9 de julio de 2008

Redes de significado: Roerich y el Gran Tres

Creo que uno de los retos intelectuales más apasionantes que podemos acometer cuando buceamos a lo largo y ancho del conocimiento humano es tratar de buscar, de rastrear y de poner sobre la mesa lo que podemos llamar redes de significado, patrones que se repiten, pautas que vinculan unos conocimientos con otros en la inagotable vastedad de las disciplinas que se han desarrollado sobre este planeta a lo largo de la historia, desde el arte hasta la ciencia pasando por la filosofía o la literatura.

Un ejemplo: Continuando con Ken Wilber me vienen a la cabeza algunas de sus apreciaciones, en concreto las relacionadas con lo que él denomina diferenciación del Gran Tres. Con ello se refiere a que la modernidad (a partir de la Ilustración) trajo consigo la diferenciación de tres esferas (la ciencia, la moral y el arte) que hasta entonces habían estado fusionadas. Según Wilber eso entre otras cosas constituye lo que denomina las buenas noticias o las dignidades de la modernidad. Por desgracia la modernidad también trajo consigo malas noticias y es que, según Wilber, la diferenciación fue demasiado lejos y terminó en disociación. Por tanto una de las tareas más urgentes que tendríamos por delante sería la integración de esas tres esferas.

Pero según parece esta idea de las dignidades no es realmente de Ken Wilber sino del filósofo alemán Jürgen Habermas (yo particularmente no he leído nada de Habermas). Pero curiosamente si uno investiga un poco se da cuenta de que en realidad esa idea ya había aparecido en el viajero y arqueólogo ruso Nicholas Roerich y en el símbolo que aparece en la bandera universal de la Paz y de la Cultura que Roerich propuso a partir del llamado Pacto Roerich y que aquí reproduzco. Los tres círculos que aparecen en el centro representan la ciencia, el arte y la espiritualidad y el círculo exterior que los rodea representa la cultura. De hecho parece que Roerich insistió en la necesidad de integrar esos tres dominios en el seno de una cultura emergente.

Así pues como vemos una misma idea encuentra diferentes formas de manifestación en diferentes autores. Desde luego tratar de identificar estos patrones nos puede ayudar a elevarnos por encima de muchas particularidades que en ocasiones nos impiden ver la imagen global. Este hecho parece ser algo así como elevarse por encima de las copas de los árboles para poder contemplar una perspectiva más amplia del bosque en lugar de fijar la atención en unos pocos árboles. Os invito pues a volar a las alturas. Entre otras cosas recomiendo echar un vistazo a http://www.roerich.org/

martes, 1 de julio de 2008

Narcisismo espiritual

Al hilo de lo comentado sobre Ferrer me parece interesante resaltar uno de los temas a los que se refiere en su obra. Se trata del narcisismo espiritual, según él uno de los problemas más importantes a los que se enfrenta todo buscador espiritual, algo de lo que yo mismo me he quejado. Transcribo algunas de las líneas de Ferrer sobre este punto:

Por narcisismo espiritual entiendo un conjunto de distorsiones del camino espiritual relacionadas entre sí, como la inflación del ego (el engrandecimiento del ego alimentado por las energías espirituales), la absorción en uno mismo (la preocupación excesiva por el propio estatus y logros espirituales) y el materialismo espiritual (la apropiación de la espiritualidad para reforzar formas de vida egoicas). Tal como lo veo, el hilo común que une todas estas trampas es lo que llamo narcisismo espiritual (es decir, el mal uso de las prácticas, energías o experiencias espirituales para reforzar formas egocéntricas de existencia). Los principales síntomas del narcisismo espiritual son, entre otros:

Un frágil sentido de poder personal y de amor propio.
Preocupación por comparar el nivel espiritual en el que uno se encuentra.
Hablar constante y repetidamente de las experiencias y logros espirituales propios.
Una fuerte necesidad de reafirmación positiva y de alabanza.
Inquietud por ser especial, afán de ser elegido para algún propósito espiritual distinguido o ser el preferido o preferida de algún maestro o maestra espiritual.
Una idealización o demonización extrema de los maestros espirituales.
Graves dificultades para trabajar con figuras de autoridad.
Una susceptibilidad exagerada y una postura defensiva contra cualquier tipo de crítica.

En fin, como fácilmente podemos reconocer, todas éstas son cosas con las que habitualmente podemos toparnos en determinados círculos y en determinadas situaciones. Así pues me parece que no está de más tenerlas presentes de vez en cuando.

jueves, 26 de junio de 2008

Ken Wilber

Lo cierto es que desde que me he topado con la obra de Ken Wilber he experimentado algo así como “un antes y un después”, uno más de los muchos “antes y después” con que me he encontrado al leer la obra de muchos otros autores. Al igual que todos los mundos que han aparecido tras atravesar todas esas puertas el mundo atisbado al poner los pies en la panorámica wilberiana presenta a todas luces un único y singular sabor.

Sin embargo es muy posible que, como es lógico por otra parte, Ken Wilber no tenga la última palabra en todos estos asuntos espirituales que nos ocupan. Sin ir más lejos, y para mi sorpresa, acabo de conocer a un español que presenta un enfoque de la espiritualidad, digámoslo así, alternativo al de Wilber. Se trata de Jorge N. Ferrer, profesor del California Institute of Integral Studies (ciis) y autor del libro Espiritualidad Creativa (editorial Kairós), un título claramente mucho más comercial que el original inglés Revisioning Transpersonal Theory.

Creo que vale la pena echar un vistazo a la obra de Ferrer al igual que a algunos artículos suyos que aparecen en la red. Su visión de la espiritualidad parece basarse en muchos aspectos en la obra de Francisco Varela y en su paradigma enactivo. Puede resultar interesante escuchar una conferencia de Ferrer sobre todos estos temas en la Universidad de Florida. Podéis escucharla íntegramente (dura más o menos una hora) en un inglés bastante asequible aquí.

En cualquier caso, y aún teniendo en cuenta la aproximación de Ferrer, muchos aspectos de la obra de Wilber, por su erudición en algunos temas, por su claridad expositiva y por sus argumentos, se me antojan sencillamente incontestables.

lunes, 16 de junio de 2008

Big Mind, Big Heart

Parece que el proceso Big Mind está de moda. Yo tuve la oportunidad de realizarlo hace unos dos meses de la mano de Alejandro Villar. Como imagino que muchos de vosotros no sabréis aún de qué se trata os diré que la persona que lo ha desarrollado es el maestro zen Genpo Roshi. Lo cierto es que es un proceso bastante original en el que se combinan algunos elementos de la psicología occidental y de las tradiciones contemplativas orientales como el zen. El objetivo de todo el proceso es tener un atisbo de lo que Genpo ha llamado la Gran Mente, un vislumbre rápido de “nuestra verdadera naturaleza” o del “despertar” tal como los conciben esas tradiciones contemplativas.

Hay que decir que todo el asunto está patrocinado por Ken Wilber, algo que está contribuyendo a que este proceso sea bastante popular entre sus incondicionales.

Desde mi propio punto de vista tengo que decir que el proceso me pareció francamente interesante porque, en cierta forma, reúne algunos elementos que es posible que puedan hacernos tener un atisbo de esa Gran Mente. Si tuviera que ponerle adjetivos tendría que decir que me pareció un bello proceso terapéutico, liberador, pacificador, integrador; una toma de conciencia muy potente sobre algunos aspectos de la personalidad y una toma de contacto con ciertos aspectos de la experiencia auténticamente espirituales.

Sin embargo no sé exactamente si tuve un atisbo de la Gran Mente. Desde luego si el estado final al que me condujo el proceso es un destello de esa Gran Mente tengo que decir que no se diferencia mucho de los estados que fácilmente puedo conseguir a diario en mi meditación habitual o en determinados momentos del día.

Es posible que el proceso Big Mind nos brinde un acceso rápido a esos estados iluminados pero pienso que no es una varita mágica a través de la cual vayamos de pronto a iluminarnos todos.

Lo que creo es que siendo Ken Wiber un autor tan influyente en estos círculos transpersonales y espirituales es muy fácil pensar y creer que sus prácticas y técnicas favoritas nos van a sentar igual de bien a todos nosotros, cosa que no tiene por qué ocurrir.

Pienso que debemos ser lo suficientemente críticos con todos los productos espirituales que caen en nuestras manos y también con todos nuestros autores favoritos porque si no corremos un gran riesgo de padecer guruítis (seguimiento compulsivo de un gurú o maestro espiritulal) y de descubrirnos a nosotros mismos pronunciando las mismas palabras que ellos y escribiendo las mismas cosas que ellos, cosa que es bastante común en todos nosotros y sobre todo en estos círculos.

Pienso que en muchas ocasiones nos aferramos demasiado a estos papás espirituales y que a fin de cuentas lo único que conseguimos con esta actitud es frenar nuestro propio desarrollo libre e independiente.

Francamente no tengo ninguna prisa por iluminarme ni por tener un atisbo de la Gran Mente (a lo Genpo Roshi), creo que hay otros asuntos previos que pueden ser tremendamente iluminadores y que no tienen nada que ver con lo que las tradiciones contemplativas de Oriente o de Occidente nos puedan contar. Pero para todos los que queráis saber algo más sobre este proceso podéis echar un vistazo al libro Gran Mente, Gran Corazón de Genpo Roshi publicado en La Liebre de Marzo.

viernes, 6 de junio de 2008

Teatro Espontáneo

Mientras nos contaban que Jodorowsky, alguien a quien por cierto admiro profundamente, abarrotaba un local de Valladolid con cientos de personas deseosas de recibir algún consejo psicomágico nosotros presentábamos una vez más, y ya van nueve, mi libro; esta vez en Ponferrada.

En nuestro caso no hubo ni largas colas, ni largas esperas, ni gente que se quedara sin invitación. Tan sólo pude ver una modesta docena de personas que valientemente acudió a nuestra cita. Creo que en el escenario éramos tantos como en las butacas de patio.

El Grupo de Teatro Espontáneo nos acompañaba en nuestra negrura y en nuestra profundidad. No hubo mentes que se quedaran en blanco. Los personajes cobraron vida haciéndose los dueños de la escena con un dinamismo vivo y bello. Cuando nuestros labios callaban un alma majestuosa y omnipresente nos abrazaba.

En esta ocasión los rugidos estuvieron hechos de silencio. Las historias se hicieron reales en interpretaciones sublimes. Cada uno dibujó a su manera los perfiles de los personajes y éstos pudieron hablar a través de los gestos y de las manos desnudas de los intérpretes.

No conseguimos llenar el auditorio pero milagrosamente pude ver como mis historias se hacían reales. Tal vez en un futuro no muy lejano esas representaciones puedan revelarnos otros insólitos y sorprendentes significados.

lunes, 2 de junio de 2008

¿Fin del yoga ambulante?

Mucho me temo que como no cambien las cosas de forma notable mis días como profesor de yoga están contados. Decididamente dedicarse a esta profesión en estos tiempos que corren parece ser harto difícil.

Difícilmente llegamos a los mil euros mensuales, un sueldo claramente indigno, por supuesto sin ningún tipo de pagas extras y con la dificultad añadida de tener que cotizar como trabajadores autónomos.

Porque desde mi punto de vista un profesor de yoga debería cobrar por lo menos lo mismo que cualquier otro profesor de la enseñanza institucionalizada, ya sea de matemáticas, de física o de literatura. Y esto por la sencilla razón de que lo que enseñamos es tan valioso o más que lo que todas esas disciplinas pueden ofrecer, como ya he sugerido en otra entrada.

El problema es que el yoga no forma parte de los programas de la enseñanza institucionalizada y tiene que venderse como poco más que una mera gimnasia que el “monitor” de turno ofrece en sus ratos libres y a cambio de unos pocos euros. Esta parece ser la perspectiva de la mayor parte de los círculos sociales y oficiales del mundo occidental. Así pues, la alternativa a todo esto ha sido y sigue siendo crear escuelas independientes a través de las cuales el yoga pueda florecer, como ciertamente lo ha hecho.

A mi juicio estas enseñanzas no son lo suficientemente reconocidas ni están lo suficientemente remuneradas en el ámbito oficial precisamente porque su estatus se ve miserablemente rebajado al de una burda gimnasia de barrio habiendo sido despojada de toda la tradición de milenios que la legitima, una tradición, por cierto, genuinamente espiritual.

Pero como en esta bendita península y, más en concreto, en esta “culta ciudad” todo lo que suena a espiritual y no se ajusta a los cánones preestablecidos da “yuyu” parece imposible que ese reconocimiento pueda tener lugar, lo cual fomentará que el yoga no se distinga excesivamente, como ya he sugerido en otro lugar, del yoguilates, de la bachata o de los bailes charros.

La subida del gasoleo tampoco ayuda a que podamos seguir recorriendo los confines de la provincia en nuestra cruzada yóguica. A pesar de todo, ahora y en el futuro, nuestra responsabilidad como profesores de yoga integralmente informados consistirá precisamente en eso, en algo tan simple como ofrecer una formación de calidad adereza tal vez con pequeñas perlas de sabiduría. En ese caso el Espíritu hablará siempre por nosotros y tal vez reconozcamos que nuestra aventura habrá valido la pena.

lunes, 26 de mayo de 2008

Pre-ocuparse

Ocuparse y no preocuparse: ese parece ser uno de los tópicos más habituales que nos encontramos entre la gente de la Nueva Era. Tengo que decir que en muchos sentidos no estoy de acuerdo con esa sentencia y, dicho sea de paso, tampoco con muchas otras de semejante calibre. Expliquémonos.

Creo que lo que sucede es que cuando los new agers hablan de ocuparse se refieren a algo así como a vivir en el presente, algo que valoran más que estar todo el día pensando en el pasado y en el futuro. Este vivir en el presente parece ser pues una condición indispensable para lograr la plenitud y la realización, y un síntoma de auténtica sabiduría.

No dudo de que en parte sea así, sin embargo no debemos olvidar que la mente humana tiene la maravillosa capacidad de evocar situaciones pasadas y de imaginar posibles mundos futuros, y que precisamente esa capacidad es una conquista evolutiva de millones de años que ha logrado diferenciarnos de la materia inerte, del mundo vegetal y finalmente de los demás animales.

Por tanto mucho me temo que la capacidad que tiene nuestra mente de proyectarse tanto hacia el pasado como hacia el futuro es un hábito que afortunadamente no desaparecerá nunca porque esa es sin duda una de las características de nuestra mente racional. Pero maticemos esto. Podemos proyectarnos mentalmente hacia el pasado desde el presente y podemos proyectarnos hacia el futuro desde el presente.

Estas proyecciones pasadas y futuras me parecen francamente naturales y útiles. Por ejemplo, tener acceso a situaciones del pasado y reflexionar sobre ellas puede ser interesante para poder evitar en el futuro algunos posibles errores que hayamos podido cometer. Así mismo tener una perspectiva de futuro puede ser algo sumamente valioso y motivador para acometer los desafíos presentes.

Desde este punto de vista creo que preocuparse por ciertas cosas no tiene absolutamente nada de malo, antes al contrario. Lo que quiero decir es que ambas cosas son igualmente útiles y necesarias para un desarrollo espiritualmente maduro y en un contexto no sesgado. Probablemente otra cosa es la preocupación excesiva, algo que el propio Edward Bach consideró como una fuente de infelicidad y como un motivo de tratamiento, pero no la simple y sana preocupación.

Lo que me temo que ocurre es que detrás de la mala prensa que en estos círculos pseudo-espirituales tiene el preocuparse no hay más que una serie de prejuicios hacia todo lo que significa la mente en general y hacia el pensamiento racional en particular. Pero éste es otro asunto que trataré de abordar muy pronto. Mantengámonos por el momento preocupadamente ocupados.

sábado, 10 de mayo de 2008

Zafón & Turrión: Más de 100 ejemplares vendidos en todo el mundo

Sin duda esos son los dos nombres de moda y esa es la noticia. Acabamos de superar esa frontera mítica y mística de los cien ejemplares. Porque lo cierto es que las historias que pretendemos vender parecen estar realmente impactando con fuerza en las mentes de todos.
Tal vez pronto los centenares se conviertan en millones y el suave chisporroteo que se aprecia sobre las cabezas de los ciudadanos pueda expandirse hasta convertirse en un sol de ideas y de pensamientos luminosos. Siempre nos quedará el alma con sus rugidos envuelta en un arrullo de león dormido.
Tal vez mañana decidamos regalarle un libro a un amigo y entremos en una librería pensando en Zafón o en Turrión. Con toda seguridad nos iremos contentos con esas historias bajo el brazo pero sin sospechar que cuando el agasajado abra sus mágicas páginas a la hora de dormir tendrá una muerte santa.
Y no es que las sílabas vayan a devorarlo, a no ser que se conviertan en dragones, en tigres, en caballos desbocados, en el reptil guardián de algún tesoro escondido o en un meteoro gigante que amenace su cama. Más bien desfallecerá cuando ya no le quede más mundo que beber y comprenda que él es el protagonista de esas historias.
Cuando eso ocurra esos cuentos colorearán el increíble y único universo en el que el lector pueda construir su casa de letras y de símbolos, una casa que será la casa de su propia conciencia. El infinito y el misterio, o tal vez la muerte, nunca dejarán de llamar a su puerta.

miércoles, 7 de mayo de 2008

El valor del Hatha Yoga: Cuerpo-Mente-Testigo

Esa es la trilogía con la que trabajamos en Hatha Yoga, porque uno de los aspectos fundamentales de la práctica es sin duda la integración cuerpo-mente. De hecho el Hatha Yoga es de las pocas disciplinas que nos brinda la posibilidad de reconocer e integrar esas dos estructuras. Y eso es precisamente lo que le da un valor añadido sobre muchas otras materias.

El Hatha Yoga nos permite realizar una primera aproximación de calidad a la totalidad del ser humano, entendido este como un compuesto de cuerpo, mente, alma y espíritu (una versión de la Gran Cadena del Ser ya mencionada en otra entrada). Esa integración consciente de cuerpo y mente está guiada por lo que podemos llamar el Testigo o el Observador, esa instancia o aspecto de uno mismo que hace precisamente eso, observar o ser testigo consciente de todo cuanto sucede en la práctica.

Por tanto el Hatha Yoga desde este punto de vista no es más que un abordaje verdaderamente integral a la realidad del ser humano, tengamos en cuenta que si hablamos de Hatha Yoga en sentido amplio tenemos que hablar de alimentación, de ejercicio físico, de meditación y de algo que en muchos casos ni siquiera se menciona y que no es más que el estudio de la filosofía y de la tradición. Con esas cuatro cosas abarcamos por tanto la GCS citada más arriba.

Esto bastaría para que la enseñanza de esta ciencia milenaria ocupara el lugar que se merece. Sinceramente creo que los argumentos anteriores son suficientes para demostrar el plus transformativo adicional que puede ofrecernos frente a otras cosas como la gimnasia, las matemáticas, la física, la psicología u otras disciplinas de semejante reputación.

Por supuesto todas esas disciplinas me parecen enormemente valiosas pero lo que quiero decir es que ninguna de ellas tiene un valor transformativo tan importante como el Hatha Yoga en el sentido de transformación de la conciencia. El Hatha Yoga integra diferentes aspectos de la conciencia posibilitando una transformación vertical de la misma mientras que muchas de esas disciplinas tan sólo trabajan y desarrollan diferentes aspectos de la conciencia en un sentido horizontal soslayando por completo los aspectos transformativos.

Y si hablamos del Testigo desde luego mucho me temo que todas esas disciplinas no tienen nada que decir. El peligro consiste en que habitualmente el Hatha Yoga se vende al lado de otras cosas que suenan más o menos parecido, como por ejemplo el Pilates, la Gimnasia, etc., o no tan parecido. Pero lo cierto es que su esencia y su fundamento sobrepasa con mucho las superficialidades y la horizontalidad de todas ellas.

Mi intención no es más que, desde estas líneas, devolver a la tradición del Hatha Yoga su verdadero nombre y sus verdaderas credenciales: el poder, la fuerza, la voluntad, el corazón, la visión, la sabiduría y la trascendencia que siempre fueron el tesoro genuino de los auténticos yoguis.

domingo, 27 de abril de 2008

Literatura para la transformación

Como muchos de vosotros sabéis acabo de publicar un libro de cuentos titulado Rugidos de Almas, lo cual ha supuesto una magnífica aventura y un extraordinario reto personal. Lograr que una obra propia forme parte de los anales de la literatura no es algo que se consiga todos los días.

En relación a los temas sobre los que escribo diré varias cosas. Creo que esta literatura está dedicada a promover la transformación de la conciencia, porque parto de la premisa fundamental de que la conciencia es algo que puede transformarse y no sólo trasladarse (transformarse significa que la conciencia puede crecer y evolucionar desde los dominios, digámoslo así, más materiales hasta los más espirituales mientras que trasladarse significa cambiar meramente de contenidos dentro de una conciencia plana y unidimensional, algo a lo que por cierto una gran parte de la literatura mundial está dedicada).

Haber escrito este libro no es algo que he hecho porque simplemente pasaba de largo por la avenida de la literatura y, bueno, se me ocurrió la idea de refilón como algo a lo que dedicarme en mis ratos libres. Decididamente no, no es eso. De hecho uno de mis objetivos vitales es terminar con la insidiosa separación entre lo que solemos llamar tiempo de trabajo y tiempo libre. Precisamente escribir es una de esas cosas que me permite olvidarme de esa frontera artificial entre esos dos aspectos de la vida. Por tanto contemplo el arte de escribir como una parte integral de mi estar y de mi ser.

Precisamente escribir este libro me ha permitido descubrir que si hay una vocación en mí que destaque por encima de las demás o que simplemente integre, como dije antes, todos los aspectos de mi vida esa vocación es la de ser escritor, pero escritor de una literatura de transformación de la conciencia, porque aquello que transforma me transforma.

Soy muy consciente de la dificultad que supone adentrarse en el mundo literario, sobre todo para un principiante absolutamente desconocido en esos círculos, y mucho más la dificultad que supone vivir de ello, sin embargo es exactamente eso lo que deseo hacer. Puedo decirlo más alto pero no más claro: DESEO VIVIR DE LA LITERATURA porque ese es mi auténtico trabajo y una verdadera vocación.

Estoy seguro de que muchos me tacharéis de iluso, sin embargo repito lo mismo, deseo dedicarme a escribir. Para ello tengo algo así como un plan, una estrategia, que puedo resumir en una sola palabra: INSISTIR, y después seguir insistiendo, y después de todo eso seguir insistiendo, y así sucesivamente.

No me faltan posibles historias que contar. Ahora mismo tengo seis o siete ideas que muy bien podrían traducirse en otros tantos libros. No, sinceramente no he escrito este libro porque simplemente me aburría (porque, tengo que decirlo, a veces me da la impresión de que mucha gente piensa que ha sido así, como si hubiera sido un pequeño experimento o una especie de capricho sin importancia), lo he escrito porque estoy convencido de que nos acercará a todos, y a mí el primero, a la conciencia trascendente, al éxtasis, al milagro, o simplemente a la divinidad.

viernes, 18 de abril de 2008

La Gran Cadena del Ser

Decididamente me declaro, entre otras cosas, perennialista. Y qué es eso, os preguntaréis. Pues simplemente alguien que abraza la visión del mundo propuesta por la llamada Filosofía Perenne o Tradición Perenne.

Lo de la Tradición Perenne es una vieja idea rescatada, parece ser, por Leibniz. Una de las ideas centrales de esta visión es que concibe al mundo, a la realidad y al ser humano como compuestos multidimensionales, es decir, la idea de que la realidad está estratificada en una serie de niveles o en una serie de esferas concéntricas dispuestas jerárquicamente. Esta jerarquía es lo que se ha dado en llamar la Gran Cadena del Ser (GCS).

Veamos algunos ejemplos sencillos de la GCS. Para empezar desde el punto de vista de la ciencia tenemos la sucesión: átomos, moléculas, células, órganos, organismos, etc. (cada nivel incluye y trasciende al anterior). Desde la neurofisiología tenemos: tronco cerebral, sistema límbico, neocórtex.

Pero la cosa no se queda ahí. Según muchas tradiciones de sabiduría el ser humano es un compuesto de: materia, cuerpo, mente, alma y espíritu, lo que traducido a un nivel mucho mayor se convierte en: fisiosfera, biosfera, noosfera y teosfera.

Tenemos una versión perfecta de la GCS en los siete chakras del yoga: alimento, sexo, pertenencia-poder, emoción, mente verbal, intuición, trascendencia; algo que se corresponde con los tres cuerpos del Vedanta: físico, sutil y causal; con los tres cuerpos del Buda, la doctrina del Trikaya, y con los tres mundos de la Ciencia Védica: tierra, atmósfera y cielo.

Pero no necesitamos ponernos excesivamente místicos para encontrarnos otras versiones de la GCS en otros ámbitos más cercanos. Tenemos un claro ejemplo en la famosa jerarquía de necesidades de Maslow: comida, protección, pertenencia, autoestima, autorrealización y trascendencia; en la evolución del desarrollo moral de Kohlberg o en los estadios del desarrollo de Piaget.

En fin, parece que miremos donde miremos nos tropezamos siempre con alguna jerarquía, u holoarquía como algunos han sugerido. Pero esa es otra cuestión. En cualquier caso tener en cuenta siempre la GCS puede ser fundamental para comprender la naturaleza de la realidad, ¿no os parece?

jueves, 10 de abril de 2008

Arthur Janov

Existe un libro maravilloso titulado La biología del amor (editorial Apóstrofe). Su autor, Arthur Janov, es el conocido psicólogo y psicoterapeuta que ha desarrollado la Terapia Primal.

El trabajo de Janov demuestra brillantemente las nefastas consecuencias que puede tener una falta de amor temprana hacia el bebé y los posibles traumas que se derivan del periodo de gestación, del nacimiento y de los primeros años de vida. Según Janov muchas patologías que sufrimos en la edad adulta se originan en ese periodo temprano, momento en el que ese defecto se graba literalmente en la fisiología del cerebro en lo que Janov llama “la huella”.

Desde este punto de vista muchas patologías no son más que el rastro que la huella (inconsciente) ha dejado en nuestras neuronas, rastro que por otra parte es un intento del propio cerebro de recuperarla para traerla a la conciencia y liberarla finalmente de su cárcel inconsciente.

La exposición de Janov es sin duda maravillosa y reveladora, pero por otra parte parece reducir toda patología al trauma del nacimiento y a la falta de amor de los padres hacia el bebé, cosa que por supuesto puede ser perfectamente discutible.

Según Janov nos pasamos la vida intentando reprimir esa huella temprana, lo cual resulta a todas luces imposible, porque su recuerdo bulle insidiosamente debajo del córtex generando una presión difícil de obviar. Una de esas formas de represión consistiría en la búsqueda de gratificaciones y todo tipo de placeres a través de los cuales mantener el dolor temprano lejos de la conciencia.

No tengo ninguna duda de que esto es así, sin embargo la cosa empieza a complicarse cuando Janov sugiere que entre estos placeres también se cuentan el misticismo y todo tipo de experiencias místicas y religiosas, experiencias que Janov contempla con un gran recelo, sobre todo el tipo de experiencias que proclaman las espiritualidades de tipo new age.

Al igual que Janov desconfío bastante de la autenticidad de estas espiritualidades, pero no por ello todas las espiritualidades y todos los estados místicos deben ser una farsa (o un intento de reprimir la huella). Si así fuera la religión sería una de las mayores farsas de la historia.

Otras de de las cosas que Janov parece soslayar es el valor de la intelectualidad y de la mente superior (córtex). Según Janov solamente es posible recuperar la huella (tronco cerebral, sistema límbico) a través de las sensaciones y los sentimientos, es decir, yendo de dentro a fuera, del tronco cerebral al córtex para que la huella sepultada en lo profundo de los cerebros primitivos emerja en la conciencia, y nunca al revés. En esto estamos de acuerdo. Sin embargo Janov parece olvidarse de que para recuperar la huella primero la propia evolución ha debido inventar la Terapia Primal, algo que sólo ha podido ocurrir gracias al córtex y a la mente superior.

Por tanto ambos movimientos, hacia fuera y hacia dentro, nos parecen igualmente valiosos y dignos de destacarse.

martes, 1 de abril de 2008

La simbología del corazón

Cuando hablamos del corazón simbólicamente podemos hacerlo al menos de dos formas. Veamos.

A menudo nos referimos al corazón como al centro del Ser. Podríamos decir que ese centro es el centro del Yo, el centro en el cual confluye nuestra parte humana y nuestra parte divina, cósmica o como queramos llamarla, ciertamente el centro de intersección donde consideramos que la divinidad se manifiesta y a través del cual adquirimos nuestra genuina humanidad, algo por cierto sumamente recomendable.

Según la tradición hindú podríamos decir que ese centro es el asiento del Sí Mismo o de Atman, el asiento de la divinidad en nuestra individualidad, o el asiento de lo que otros han denominado Yo Superior. Observemos que cuando hablamos de nosotros mismos y nos señalamos apuntamos hacia el centro del corazón, no hacia el sexo o la cabeza.

Por otra parte desde la visión del hatha yoga del sistema de chakras el corazón (y el timo) se corresponde con el cuarto chakra. Como muchos autores han demostrado los chakras se corresponden con los diferentes niveles de conciencia que el yo va recorriendo en su desarrollo, desde la materia hasta la divinidad. Pues bien, según este espectro el cuarto chakra se correspondería con la mente primaria, es decir, emociones, sentimientos, etc., elementos que por otra parte son gestionados por el sistema límbico cerebral, el segundo de los cerebros.

Se advierte así una correspondencia entre el espectro de chakras y la evolución cerebral (tronco cerebral-sistema límbico-neocórtex). Evidentemente desde este punto de vista las funciones superiores del cerebro (neocórtex) se relacionan con los chakras superiores (mente verbal, mente intuitiva, etc.). Por tanto contrariamente a lo que pueda pensarse el corazón no expresa verdades o realidades superiores a las del cerebro, sino que es justo al revés.

Lo que creo que ocurre es que simplemente confundimos ambas simbologías cuando nos referimos a “hablar con la cabeza “ o a “hablar con el corazón”. Generalmente se le da más valor a hablar desde el corazón (en particular en determinados círculos esotéricos y espirituales), pero en este caso nos estamos refiriendo a hablar desde el corazón como centro del Ser, como centro de la divinidad. Tengamos en cuenta que desde el otro punto de vista la mente superior supera con creces a la mente inferior de las emociones y los sentimientos.

Lo curioso del caso es que para que la divinidad se asiente verdaderamente en el centro el Ser y podamos realmente hablar desde el corazón (como centro del Ser) es muy posible que sea necesario que el yo ascienda por toda la escalera de chakras hasta percibir directamente la divinidad que se halla más allá de la cabeza, lo cual puede contribuir aún más a confundirnos si no hablamos con la suficiente propiedad cuando nos introducimos en estos dominios.

Así que cuidadito cuando hablamos de corazón y de cabeza.

lunes, 24 de marzo de 2008

Crop circles


Hace unos días he podido ver en televisión un reportaje sobre el conocido asunto de los crop circles, los famosos pictogramas que aparecen en los campos de cereal de Inglaterra y otros países. Lo cierto es que el mundo de los fenómenos paranormales y la temática extraterrestre no son temas que me interesen especialmente, sobre todo por la pseudociencia que siempre ha rodeado estos asuntos y por la falta de rigor con que a menudo son tratados muchos de ellos.

Sin embargo el tema de los pictogramas parece que está comenzando a ser un caso aparte. Lo que está claro es que, después de ser desenmascarados los supuestos bromistas que se dedicaban a realizar estos dibujos y descartados como posibles ejecutores de semejantes hazañas pictóricas, estos dibujos ya son una evidencia para todo el mundo. Parece que cada verano aparecen más y con una complejidad mayor, y desde luego me resulta muy difícil creer que unos simples campesinos sean capaces de realizar semejantes obras.

Según muchos investigadores del fenómeno los pictogramas son obra de inteligencias no humanas, ya sean inteligencias extraterrestres o de otro tipo. Lo que está claro es que los dibujos están ahí para cualquiera que pueda abrir los ojos ante tan espectacular fenómeno, un fenómeno que por cierto creo que merece ser investigado a fondo, aunque por lo visto, como suele suceder en estos casos, la comunidad científica de turno no se hace eco de la contundente evidencia y de las contundentes pruebas.

Según se comenta parece que las inteligencias autoras de los pictogramas están tratando de transmitir un mensaje a la humanidad. Desde luego por la simbología que parecen mostrar los dibujos, símbolos que nos remiten por una parte a numerosas culturas de la antigüedad y por otra al mismo corazón de la ciencia moderna (recordemos que entre los pictogramas han aparecido el conjunto de Mandelbrot, un objeto fractal, y el código del ADN entre otros), parece que así es.

Los entusiastas de la Nueva Era atribuyen los dibujos y su proliferación y complejidad de los últimos años a la evidencia de que estamos a las puertas de un cambio de conciencia y que desde luego suponen una llamada para que podamos abrirnos a una realidad sin duda más espiritual. Yo personalmente he visitado la zona donde aparecen los pictogramas en dos ocasiones (básicamente el triángulo cuyos vértices son Stonehenge, Glastonbury y Avebury) y lo cierto es que siempre me ha parecido una tierra profundamente mística.

¿Qué me decís vosotros, realidad, ficción, pseudociencia o simplemente un engaño masivo?

jueves, 20 de marzo de 2008

Yoguilates

Parece que el Yoguilates está de moda. Sin embargo hay algo que todos sus practicantes deberían saber. Según se cuenta el Yoguilates nace como una forma de fusión del Yoga y del Pilates y como una forma de combinar los beneficios físicos del Pilates con el equilibrio psicofísico del Yoga.

Pero observemos una cosa. El Pilates trabaja fundamentalmente sobre el cuerpo (por supuesto no hay ninguna tradición espiritual ni psicológica detrás de ello) y el Hatha Yoga trabaja sobre una dimensión psicofísica, digamos que sobre el cuerpo-mente global (y esta sí es una tradición de muchos siglos de antigüedad).

Que el Yoga sea un elemento que integra la dimensión corporal y la mental quiere decir que trabaja y fusiona esos dos dominios. Por tanto pretender inventar una fusión de ambos, como parece que pretende el Yoguilates, es algo que ya se ha hecho hace mucho tiempo, y esa fusión se llama Hatha Yoga. Como mucho podríamos decir que el Yoguilates es un estilo más de Hatha Yoga.

Por otra parte, como dije antes, el Yoga es una tradición espiritual. De hecho el Hatha Yoga nos proporciona la posibilidad de ingresar en dominios genuinamente espirituales, digamos que la integración cuerpo-mente es el requisito necesario para poder introducirnos de lleno en esos dominios, y este es un factor que el Pilates por sí solo o el Yoguilates no parecen considerar.

Soy consciente de que es muy posible que a los practicantes de Pilates o de Yoguilates (incluso de Hatha Yoga) les suene a chino hablarles de ingresar en dominios genuinamente espirituales. Sin embargo ese es precisamente uno de los objetivos del Hatha Yoga (de hecho el objetivo supremo).

En fin, se nos presenta como novedad algo que evidentemente no lo es. No puedo calificarlo como otra cosa que como una fusión altamente descafeinada, una fusión sin tradición, sin espiritualidad y con muy pocas aspiraciones hacia la verdadera trascendencia. Puestos a hacer fusiones no estaría de más probar con el Yoguichilates, el Chikunglates, o simplemente tratar de fusionar el yoga con los bailes charros, o el levantamiento de pesas con las matemáticas. Tal vez en un futuro también haya mercado para todas estas cosas.

sábado, 15 de marzo de 2008

Ingenuos despertares

En ocasiones, cuando nos iniciamos en un camino espiritual o cuando simplemente tenemos un atisbo de lo que podemos llamar una realidad más elevada solemos hablar del despertar de la conciencia y cuando nos referimos a estas personas solemos decir que están “despiertas” en contraposición a su estado anterior de “dormidas”. Es un tema que suele darse muy a menudo en el círculo de la Nueva Era.

Y lo cierto es que con seguridad se trata de algún tipo de despertar pero probablemente no del verdadero Despertar, estado según el cual se define habitualmente al Buda (de hecho el Buda en sánscrito significa el “despierto”). Yo diría que generalmente ese pequeño despertar no es más que una toma de conciencia de que las cosas pueden ser realmente diferentes de cómo lo venían siendo hasta ahora, y esa toma de conciencia supone por lo general adquirir una visión más amplia de las mismas y una conciencia en la que aparecen valores y perspectivas que antes ni siquiera podíamos contemplar.

Pero este despertar no es con toda certeza el gran Despertar del Buda, sino, como algunos investigadores han demostrado, uno más de los muchos despertares de todo el proceso del desarrollo. El caso es que a primera vista ese pequeño despertar (un acontecimiento que entre los entusiastas de la Nueva Era va acompañado de todo tipo de supuestas iluminaciones e intuiciones, activación de determinadas energías, etc., algunas de las cuales es posible que sean verdaderas) se puede parecer al gran Despertar, al igual que pueden parecerse todos los cruces de cualquier frontera.

Sin embargo hay un asunto que casi siempre suele pasarse por alto y es el hecho de que al activarse todo un nuevo rango de sensibilidades también se hace más patente y evidente la necesidad de integrar lo que en clave psicológica podemos llamar la sombra, es decir, aspectos de uno mismo reprimidos, inconscientes, etc. Y ciertamente dar una solución a la sombra no es algo que ocurra por arte de magia como a veces se piensa, sino que por lo general éste es un trabajo que nos puede llevar años, por no decir décadas, por no decir toda la vida.

Por tanto después del subidón inicial hacia las alturas espirituales se hace necesaria y, en determinado momento, muy urgente la integración de la sombra. Aún así, suponiendo que hayamos podido reconciliarnos con los fantasmas del ayer no debemos olvidar, como ya bien intuyó Patanjali, que “la sustancia de lo que ha desaparecido y de lo que puede aparecer existe siempre” (Yoga Sutra IV 12), de lo cual podemos deducir que todo permanece en estado latente y que nunca se está libre de que determinados dolores del ayer puedan reaparecer hoy. De nuestra conciencia dependerá trascender todas esas situaciones.

martes, 4 de marzo de 2008

Del físico al místico, y más allá

En muchas ocasiones cuando me preguntan a qué me dedico no sé muy bien qué contestar. El caso es que he estudiado física pero no me identifico con los físicos ni con nada de lo que hacen. Prefiero pensar y sacar conclusiones sobre lo que hacen los físicos. Les dejo el trabajo “duro” a ellos.

También he estudiado yoga y la tradición hindú, y lo sigo haciendo, pero en cierta forma tampoco me identifico plenamente con los yoguis, con ciertos hatha yoguis supuestamente bien formados.

No me identifico con unos ni con otros por una razón muy sencilla. No creo que la física sea la más importante de las ciencias como muchos físicos (y catedráticos) pretenden y creen, aunque no lo digan explícitamente, ni tampoco creo que el hatha yoga sea la panacea de la salud como muchos yoguis sugieren.

Según ellos la fórmula es muy simple:
Estudia Física y conocerás la realidad.
Practica yoga y estarás sano.

Afortunada o desgraciadamente la vida es algo mucho más rico y más complejo que esas simples fórmulas que nos proponen, fórmulas que como casi todo hoy día les son útiles a todos los que comercian con el conocimiento por un lado y con la salud por el otro.

Yo simplemente abogo por tener una vista panorámica de las cosas, así que puedo decir que me dedico a algo así como a ver las cosas en perspectiva con lo cual evito posibles identificaciones con unos y con otros. Por definición huyo de cualquier tipo de clasificación y encasillamiento, aunque no dudo que en determinados momentos eso es útil para enfrentarnos al mundo, y sobre todo para tener la nevera llena a fin de mes.

Digamos que mi aspiración es tratar de llegar a una nueva forma de ser y estar en el mundo, una forma que se asiente en lo que haya de verdad en esas visiones particulares con sus respectivas fórmulas (no las niego), pero poniendo los ojos y el hacer en lo que haya más allá de todo ello. La vieja idea ya comentada (ver otra entrada) de tener los pies en el mundo pero tener el corazón, el alma y la mente en lo que esté por venir.

martes, 26 de febrero de 2008

Psicogenealogía

Este es un tema que desde hace tiempo me interesa especialmente. Psicogenealogía es un concepto que se refiere a la posible influencia del psiquismo de nuestros ancestros y de otros miembros del árbol genealógico familiar sobre el psiquismo del individuo. Normalmente estas influencias se dan de un modo inconsciente. Digamos que ciertos patrones psíquicos se transmiten de generación en generación sin que podamos advertirlo y ni, en muchas ocasiones, evitarlo.

Lo cierto es que cualquiera que investigue un poco en su árbol genealógico descubrirá coincidencias más que significativas. Es por ello que todo este tema me parece apasionante. Desde luego es un tema que por el momento no ha sido muy investigado. Desde mi punto de vista la cosa no ha hecho más que empezar. El tema ni siquiera parece estar reconocido por la psicología ortodoxa, a pesar del nivel académico de las personas pioneras en este campo.

Desde luego los casos que nos presenta la que tal vez es la investigadora más significativa, Anne Ancelin Schützenberger, en su libro ¡Ay, mis ancestros! (editorial Omeba) son lo suficientemente contundentes como para ser tenidos en cuenta. Mi opinión es que el enfoque psicogenealógico debería estar presente, si no en todos, en muchos abordajes terapéuticos (del tipo que sean).

Quizá para iniciarse en este mundo la mejor referencia sea el libro Mis antepasados me duelen (editorial Obelisco) en el que se recogen algunas entrevistas a varios autores que han investigado este fenómeno. El caso es que aún parece que se sabe poco sobre de qué forma esos patrones psíquicos de padres, abuelos, bisabuelos y, en algunos casos, de generaciones anteriores se nos transmiten. Lo que sí parece claro desde mi punto de vista es que el psiquismo individual no se diferencia claramente del psiquismo familiar. Desde luego la psicogenealogía nos brinda herramientas para comenzar a efectuar esa diferenciación.

Entre las personas pioneras en estos estudios podemos destacar a las siguientes:

Anne Ancelin Schützenberger
Ivan Boszormengi-Nagy
Nicolas Abraham & Maria Torok
Joséphine Hilgard
Didier Dumas
Chantal Rialland
Serge Tisseron
Vincent de Gaulejac
Bert Hellinger
Alejandro Jodorowsky

Merecerá la pena adentrarse pues en su trabajo. Por cierto hay una web que tal vez pueda ser interesante: http://www.psicogenealogia.org/

martes, 19 de febrero de 2008

Más allá y más acá de la muerte

En muchas ocasiones me encuentro con personas que me dicen que después de la muerte no hay nada, que simplemente nuestra conciencia se desvanece, lo cual ciertamente es una posibilidad. Desde ese punto de vista es fácil imaginar que esa supuesta no-conciencia post mortem es de un tipo similar o igual a una no-conciencia pre-vida, de modo que tenemos una isla de conciencia acotada entre el nacimiento y la muerte.

El asunto crucial, la pregunta fundamental, por supuesto no es cómo es posible pasar de la conciencia a la no-conciencia post, sino cómo es posible pasar de una no-conciencia pre a la conciencia, en otras palabras, cómo de una nada tan “nadina” puede surgir algo tan sumamente significativo como la conciencia, la vida y todo lo que hay en ella.

Porque sin duda me resulta mucho más difícil concebir que de la nada surja algo tan significativo que ese algo tan significativo se extinga tras la muerte.

Lo cierto es que estas preguntas sobre la posible vida antes y después de la vida sólo pueden surgir en nuestra conciencia egoico-mental reflexiva que está todo el día preguntándose e imaginándose cosas, conciencia en la que nos encontramos la gran mayoría de nosotros. Pero si consideramos que la conciencia (el self, en términos psicológicos) tiene una evolución (desde lo preegoico hasta lo transegoico pasando por lo egoico), como muchos investigadores han demostrado, es posible que terminemos encontrando una respuesta satisfactoria, cosa que desde el nivel egoico-mental no es posible, ni siquiera remotamente, concebir.

En fin, el caso es que creo que el ser humano esta estructurado de tal forma que puede llegar a iluminarse a lo largo de su vida, iluminarse en un sentido místico, tal como lo cuentan y explican todos los grandes sabios de todas las tradiciones, y que ese estado implica la superación y la trascendencia de todos los estados, incluidos aquellos en los surgen esas preguntas sobre la muerte, la preocupación por la mortalidad y por la finitud, y que será en esos estados superiores, y sólo en ellos, en los que encontraremos todas las respuestas.

Merecerá la pena por tanto recorrer ese camino.

jueves, 14 de febrero de 2008

Emociones, sentimientos y pensamientos

Respecto a lo mental y lo emocional, ¿qué nos acerca o nos aleja más del Espíritu? Ese es el asunto.

Hay personas que me achacan ser demasiado mental y creen que me vendría bien entregarme a alguna terapia y/o práctica de abrazos, expresión de sentimientos, etc. El caso es que no lo dudo. Sin embargo creo que cuanto más mental es uno (de lo cual me alegro) más posibilidades tiene también de abrirse a una gama más amplia y más profunda de sentimientos. Creo que el hecho de que uno vaya por ahí abrazando todo el día a todo el mundo no es un síntoma de estar más cerca del Espíritu, que es a fin de cuentas de lo que se trata (al menos como yo lo entiendo). Desgraciadamente creo que el asunto se malinterpreta, porque en muchas ocasiones esa desbordante expresión de sentimientos lo único que hace es tapar viejos dolores, lo cual nos aleja inevitablemente del alma.

Sea como fuere creo que de lo que se trata es de entender la profundidad.

Normalmente en casi todos los círculos Nueva Era se nos quiere dar a entender que la racionalidad y el intelecto son los enemigos a combatir y que son ellos los que nos alejan del Espíritu o del Corazón. Sin embargo yo pienso que es justo al revés, que los pensamientos (la mente) son más profundos que las emociones y los sentimientos, y que la razón es justo el trampolín que nos catapulta hacia estadios superiores de conciencia.

No necesitamos más emotividad y menos intelectualidad, sino más profundidad y menos superficialidad.

Sin duda pensar que lo mental es un impedimento para llegar al alma me parece sinceramente un punto de vista bastante estrecho y bastante superficial. Quiero entender que la verdadera profundidad espiritual hay que encontrarla abriéndonos a la experiencia, por supuesto de las emociones y de los sentimientos, pero también de los pensamientos, y de lo que haya más allá de los tres.

jueves, 7 de febrero de 2008

El yoga y sus efectos colaterales

A veces me preguntan si el yoga es una terapia. Pienso que desde algunos puntos de vista sin duda lo es, sin ir más lejos ahí están las escuelas de Ramiro Calle y Miguel Fraile, por ejemplo. Sin embargo no creo que el yoga, y en concreto el hatha yoga, fuera diseñado en sus orígenes como una terapia.

Sí que es cierto que en los textos antiguos como el Hatha Yoga Pradipika se menciona toda una serie de efectos beneficiosos asociados a la práctica y se asegura la completa curación de todas las enfermedades, pero todo eso yo lo veo simplemente como los efectos colaterales de la práctica, la consecuencia natural de la misma.

No debemos olvidar que los antiguos hatha yoguis buscaban esencialmente ciertos poderes mágicos (siddhis), entre los que se encontraba la inmortalidad, y la trascendencia o liberación (moksha). Por tanto el hatha yoga originario fue ante todo una ciencia esotérica (con no muy buena fama en la India, por cierto, hasta tiempos relativamente recientes) que perseguía la transmutación, digamos, alquímica del ser humano y de la conciencia.

Desde mi punto de vista a lo que podemos aspirar con la práctica del yoga en Occidente es, sobre todo, a lo que podemos llamar integración cuerpo-mente, es decir, tener una conciencia corporal-mental unificada, lo cual es algo más que estar meramente en el cuerpo (instintos) o únicamente en la mente (pensamientos).

Por supuesto todo esto nos puede y debe llevar a un acrecentamiento de la percepción del propio cuerpo y de la actividad mental, a un refinamiento, si queremos decirlo así, de los sentidos, a una apertura de las puertas de las intuiciones superiores y de los dominios espirituales, lo cual está francamente bien.

El asunto es que la citada integración cuerpo-mente, si es verdadera y si realmente profundizamos en ella y más allá de ella, nos puede traer sorpresas agradables y otras un tanto curiosas. Digamos que cuanto mayor es el vuelo hacia las alturas y mayor es el hambre de trascendencia mayor es la necesidad de actualizar e integrar las sombras de la mente.

Así pues, mi intención con la práctica y la enseñanza del hatha yoga se limita estrictamente a contribuir a esta integración cuerpo-mente. Dejo a los alumnos y a todos los practicantes que descubran por sí mismos sus posibles efectos terapéuticos.