«Los verdaderos maestros no dejan huella. Son como el viento de la noche que atraviesa y cambia por completo al discípulo sin por ello alterar nada, ni siquiera sus mayores debilidades: arrastra todas las ideas que tenía sobre sí mismo y lo deja como siempre ha sido, desde el principio.»

Peter Kingsley, En los oscuros lugares del saber

miércoles, 11 de marzo de 2009

Eduardo H. Grecco

Acabo de leer el libro de Eduardo Grecco El legado del Dr. Edward Bach. Antecedentes, contexto y significado de su descubrimiento terapéutico. Desde luego si hay alguien que puede contextualizar la obra de Bach y otorgarle un renovado significado y un nuevo impulso ése es Eduardo Grecco.

Tras un primer momento en el que Grecco sitúa el trabajo de Bach dentro de la extensa corriente del estructuralismo, se empeña en comparar la Terapia Floral (TF) y la filosofía de Bach con las visiones de Freud y Jung. Y no sólo eso. Que yo sepa Grecco es el primer autor que defiende la necesidad de que la TF incorpore una dimensión psicoterapéutica.

El punto central es que, según Grecco, lo que la TF persigue no es la cura sino el conocimiento y, en definitiva, una transformación de la conciencia, lo cual permite equiparar la TF a otras tradiciones como el Psicoanálisis, la Gnosis o la metafísica hindú. Sin embargo, hay un punto en el que, en mi opinión, Grecco lleva demasiado lejos esa comparación.

En palabras del propio Grecco: […] me permito recordar que el Psicoanálisis nace, al igual que la Terapia Floral, de una relación [la relación terapeuta-paciente]. Y que esto es lo verdaderamente importante: una relación curativa en donde la interpretación es energía del mismo modo como un remedio floral lo es, y ambos instrumentos muestran la verdad de lo que Claude Lévi-Strauss llama: “la eficacia de lo simbólico”.

Así pues, para Grecco los remedios florales son entre otras cosas símbolos que posibilitan la transformación, el conocimiento y, por ende, nos pueden brindar la llave que nos conduzca a la curación. Pero, desde mi punto de vista, de ningún modo se puede comparar la energía de la interpretación a la energía de los remedios florales, entre otras cosas porque esas modalidades de energía pertenecen, de entrada, a dos dimensiones de la realidad diferentes. La interpretación puede posibilitar la comprensión en el marco de una conversación mientras que los remedios florales la facilitan en virtud de su ingesta.

Y si bien los remedios florales pueden ser entendidos como símbolos (al igual que cualquier otra cosa), lo son en virtud de que los pacientes los entiendan como tales. Y es precisamente en este punto donde la teoría de Grecco presenta numerosos problemas ya que es evidente que muchos consultantes que se acercan a la TF no conocen ni uno sólo de todo el repertorio de remedios. Las cosas se complican aún más cuando pensamos en los tratamientos para plantas y animales. Todos estos casos nos hacen pensar que el efecto terapéutico es debido a las Flores en sí como elemento físico-material y no a una mera interpretación simbólica.

En definitiva, resulta muy difícil creer que la energía de la interpretación es del mismo tipo que la energía de los remedios, sobre todo teniendo en cuenta que para la interpretación simbólica se requiere al menos un pensamiento simbólico, un pensamiento del que carecen una gran cantidad de individuos, mientras que los remedios florales pueden ser administrados a personas, plantas o animales sin ningún planteamiento de ese tipo.

Al margen de todo esto creo que hay al menos dos puntos importantes que Grecco no considera y que, a mi juicio, vale la pena tener en cuenta. En primer lugar considero que sería sumamente interesante tratar de echar un vistazo a las modernas teorías de la emoción, un asunto muy escurridizo hasta la fecha tanto desde el punto de vista de la psicología como de las ciencias del cerebro, para ver si nos pueden ofrecer algún tipo de concordancia con el Sistema Bach. A este respecto podría ser muy interesante tener en cuenta a investigadores como Antonio Damasio, Joseph Ledoux, Jerome Kagan, Allan Schore o el propio Daniel Goleman.

En segundo lugar, teniendo en cuenta que la visión y la filosofía de Bach tiene unos antecedentes claramente espirituales, metafísicos y esotéricos, tal como ha planteado Grecco, y siendo evidente que actualmente dicha visión y dicha filosofía forma parte de la cultura de la Nueva Era, una cultura que en muchos aspectos deriva de esos mismos antecedentes, no estaría de más preguntarse si todos los movimientos esotéricos modernos y las tradiciones de las que proceden serán capaces de producir una espiritualidad madura y auténtica, algo que por cierto ya se lo está preguntando mucha gente desde algunos círculos académicos.

Desde luego eso contribuiría enormemente a legitimar la filosofía de Bach y la propia TF, algo tremendamente necesario e importante si verdaderamente queremos integrar la TF y la espiritualidad de Bach en nuestra visión del mundo para que de una vez por todas eche raíces en la conciencia de todos. De momento podemos estar esperanzados, Eduardo Grecco está dando los primeros pasos para que eso suceda.

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