«Los verdaderos maestros no dejan huella. Son como el viento de la noche que atraviesa y cambia por completo al discípulo sin por ello alterar nada, ni siquiera sus mayores debilidades: arrastra todas las ideas que tenía sobre sí mismo y lo deja como siempre ha sido, desde el principio.»

Peter Kingsley, En los oscuros lugares del saber

sábado, 15 de agosto de 2009

Richard Tarnas

Hay un libro al que vuelvo una y otra vez. Se trata de La pasión del pensamiento occidental (Prensa Ibérica, 1997) de Richard Tarnas, a mi juicio un libro excelente en el que el autor da un repaso de toda la filosofía occidental desde la antigua Grecia hasta nuestros días y que puede ser muy útil para, tal como reza el subtítulo, comprender las ideas que modelaron nuestra cosmovisión.

De hecho parece que acaba de ser reeditado por Atalanta (La pasión de la mente occidental, 2008), una editorial que, por cierto, tiene unos cuantos títulos interesantes. Lo que está claro es que el trabajo de Tarnas puede ser sumamente útil en cualquier tipo de investigación, ya que contiene muchas referencias a los principales filósofos y pensadores de nuestra tradición.

Si bien la obra de Tarnas nos puede dar una extraordinaria visión de conjunto de la historia de nuestro pensamiento, hay un matiz en ella que no podemos obviar. Y es que por más que he buscado y rebuscado, leído y releído, no hay en ella ni una sola referencia a Ken Wilber, lo cual es sumamente raro ya que hablar de Ken Wilber significa hablar, según muchos, del filósofo y psicólogo americano más leído de todos los tiempos, y de la voz, sin ninguna duda, más influyente en el campo de la psicología transpersonal.

Sin embargo no faltan referencias a Stanislav Grof, amigo y colega de Tarnas en el CIIS. En mi opinión, no mencionar el trabajo de Wilber significa, entre otras cosas, no hacer justicia precisamente a la riqueza del pensamiento occidental de los últimos años y, lamentablemente, dejar de poner de relieve algunas de las ideas más brillantes en el campo de la psicología actual. Así pues, a pesar de las diferencias y disputas entre los amigos del CIIS y los amigos del Integral Institute, dejar de lado a Wilber me parece francamente imperdonable, ¿no le parece señor Tarnas?