Decididamente estoy atravesando una fase oscura. En un sentido psicológico, claro está. Aunque no tan oscura como la del periodo 84–87. Oscura, pero no por ello improductiva. Tres libros en cinco años… Todo esto es muy interesante. Tan interesante como las oscuridades herméticas con las que estoy lidiando estas semanas. Reproduciré un párrafo completo incluido en el Corpus Hermeticum, citado a su vez en el libro Giordano Bruno y la tradición hermética de Frances A. Yates, un libro francamente maravilloso.
Si no te haces igual a Dios, no podrás comprenderle, ya que toda cosa sólo es inteligible para otra similar a ella. Elévate hasta alcanzar una grandeza por encima de toda medida, libérate de tu cuerpo con un brinco, pasa por encima de todo tiempo, hazte Eternidad y entonces comprenderás a Dios. Convéncete de que nada es imposible para ti, piensa que eres inmortal y que estás en condiciones de comprenderlo todo, todas las artes, todas las ciencias, la naturaleza de todo ser viviente. Asciende hasta situarte por encima de la mayor altitud; desciende por debajo de la profundidad más abisal. Experimenta en tu interior todas las sensaciones de aquello que ha sido creado, del fuego y del agua, de lo húmedo y de lo seco, imaginando que estás en todas partes, sobre la tierra, en el mar, en el cielo. Imagínate que aún no has nacido, que te encuentras en el seno materno, que eres adolescente, viejo, que estás muerto, que estás más allá de la muerte. Si consigues abarcar con tu pensamiento todas las cosas en su conjunto, tiempos, espacios, substancias, cualidades, cantidades, podrás conocer a Dios.
Un trabajo, el de Yates, ciertamente impresionante. Un repaso de toda la magia renacentista, desde Ficino hasta Bruno pasando por Pico, Dee, Agrippa, Campanella y muchos otros.
Si no te haces igual a Dios, no podrás comprenderle, ya que toda cosa sólo es inteligible para otra similar a ella. Elévate hasta alcanzar una grandeza por encima de toda medida, libérate de tu cuerpo con un brinco, pasa por encima de todo tiempo, hazte Eternidad y entonces comprenderás a Dios. Convéncete de que nada es imposible para ti, piensa que eres inmortal y que estás en condiciones de comprenderlo todo, todas las artes, todas las ciencias, la naturaleza de todo ser viviente. Asciende hasta situarte por encima de la mayor altitud; desciende por debajo de la profundidad más abisal. Experimenta en tu interior todas las sensaciones de aquello que ha sido creado, del fuego y del agua, de lo húmedo y de lo seco, imaginando que estás en todas partes, sobre la tierra, en el mar, en el cielo. Imagínate que aún no has nacido, que te encuentras en el seno materno, que eres adolescente, viejo, que estás muerto, que estás más allá de la muerte. Si consigues abarcar con tu pensamiento todas las cosas en su conjunto, tiempos, espacios, substancias, cualidades, cantidades, podrás conocer a Dios.
Un trabajo, el de Yates, ciertamente impresionante. Un repaso de toda la magia renacentista, desde Ficino hasta Bruno pasando por Pico, Dee, Agrippa, Campanella y muchos otros.