«Los verdaderos maestros no dejan huella. Son como el viento de la noche que atraviesa y cambia por completo al discípulo sin por ello alterar nada, ni siquiera sus mayores debilidades: arrastra todas las ideas que tenía sobre sí mismo y lo deja como siempre ha sido, desde el principio.»

Peter Kingsley, En los oscuros lugares del saber

viernes, 24 de abril de 2009

Del Cosmos al Kosmos. De Sagan a Wilber

Acabo de recibir un nuevo boletín de EnlightenNext en el que nos sugieren el cambio de la C por la K, una idea sugerida inicialmente por Ken Wilber a través de la que pretendía recuperar el sentido inicial que los griegos le habían dado a ese término. A mí me parece una idea brillante, así pues, la aplaudo y me suscribo completamente a ella.

Transcribo el texto íntegro de este último boletín por si puede ser de alguna aclaración.

A Kosmic Concept
Charting a new future demands a new vocabulary. Over the years, we've adopted many terms into our EnlightenNext lexicon that we've found illuminating, clarifying, and useful in the quest to define the contours of a new evolutionary worldview. Here's one of them:

Kos.mic adj.
1. Of or relating to the Kosmos—the multidimensional evolving Totality of existence, encompassing not only the physical but also the biological, emotional, mental, psychic, and spiritual domains.
“The Cosmos is all that is or ever was or ever will be.” Thus began the famed astronomer Carl Sagan's majestic 1980 television series, Cosmos. The epic grandeur of Sagan's Cosmos—suffused with “billions upon billions” of planets, stars, and galaxies—captivated the imagination of viewers everywhere. But despite the almost sacred reverence for existence that permeated the series, some still took issue with its strictly scientific bias, finding little room for spirit or the transcendent in Sagan's naturalistic worldview.

Fifteen years later, the integral philosopher Ken Wilber issued an 800-page response to concerns such as these. Titled Sex, Ecology, Spirituality, Wilber's grand tome argued for a more holistic conception of the universe—one that would honor the profound revelations of science and religion alike—which he called “the Kosmos” (retaining the “K” from the Greek). So when we use the term “Kosmos,” it's not only to affirm our appreciation for Sagan's extraordinary universe but also to restore the spiritual depth and transcendent mysticism that the ancient Greek philosophers, who coined the word, duly acknowledged and revered.

martes, 21 de abril de 2009

Microrrelatos III

La suerte de los microrrelatos está a punto de ser echada. Veremos hasta dónde pueden llegar y de qué forma pueden ver la luz. El título y la portada del libro están más o menos decididos. Sólo falta dar los últimos toques para que este nuevo ser de páginas y de letras sea una realidad. De momento sumerjámonos en una nueva historia.


PRÓLOGOS

La arquitectura de los libros fue para muchos una ciencia precisa. Había palabras grandes, poderosas, versátiles en sus significados. Muchas recogían en su fonética sonidos que despertaban las aspiraciones originarias de los hombres. Los escritores quisieron conservarlas como tesoros. Los mágicos vocablos, muchos de los cuales también otorgaban una felicidad duradera si se pronunciaban con severidad, se introdujeron en algunos libros secretos. Actualmente nadie conoce su paradero. Lo que se piensa es que tales términos, siempre escasos, son la piedra angular de esos textos. Esas únicas palabras, en su grandeza, a razón de una por libro, hacen legibles las obras. Para ello, los manuscritos preciosos se llenan de prólogos, siempre con la intención de camuflar esas voces. Parece que el argumento de estas composiciones se revela y adquiere fundamento únicamente en esas palabras. Todo lo demás podemos entenderlo como floritura eficaz o añadido superfluo, aunque hay quien afirma que lo que se narra en los anexos adquiere sustancia e historia en virtud de esas palabras recias. Más de uno vio cómo se derrumbaban las páginas y las líneas cuando esas letras fueron borradas. A nosotros, que jamás pudimos encontrar ninguna entre las líneas de los clásicos y de la alta literatura, sólo nos queda saber si esas palabras aún pueden inventarse y si podemos construir una obra que contenga alguna de ellas.

sábado, 11 de abril de 2009

Medicina Cuántica

Hace unos cuantos años me hice con un curioso manual de medicina alternativa que llevaba por título: Introducción a la medicina cuántica. Manual de la terapia de Biorresonancia para la consulta médica y naturista de un tal B. Köhler, algo a primera vista prometedor, innovador y que parecía ser a todas luces lo último en este tipo de enfoques alternativos a la medicina.

Pues bien, acabo de leerlo, y tengo que decir que ha habido capítulos enteros que me resultan ilegibles, y no por la complejidad de la exposición sino por la extraña mezcla de conceptos tomados de la física cuántica, de diversas tradiciones de sabiduría, del esoterismo y de algunos otros campos.

No faltan referencias a muchos otros autores, casi todos ellos alemanes, que parece ser se dedican a la investigación de los mismos temas que plantea el autor. Rastreando, rastreando, he encontrado un par de ellos cuyas investigaciones quizá valga la pena tener en cuenta. Se trata del físico alemán B. Heim, cuya visión de la física cuántica no ha sido demasiado reconocida, y sobre todo del biofísico F. A. Popp, cuya investigación sobre biofotones y sobre los llamados biosolitones merece una consideración especial.

La conclusión a la que parece que se quiere llegar es que la conciencia y el psiquismo pueden tener un fundamento cuántico que puede ser trabajado en la terapia de Biorresonancia propuesta, una idea que, dicho sea de paso, es la misma que sostiene Pedro López Clemente para explicar los fundamentos de la enfermedad y de la curación.

Pero esta idea no es nueva. Tendríamos que remontarnos veinte años atrás para encontrar una idea similar en Danah Zohar y su “conciencia cuántica”, una idea que por cierto se ha terminado diluyendo tras no haber encontrado ni una mínima corroboración por otros investigadores ni ningún tipo de respaldo por parte de la comunidad científica, lo cual no es en absoluto sorprendente.

Desde mi punto de vista uno de los asuntos que colea detrás de todo ello no es otro que el problema de la relación mente-cuerpo y la posición de la medicina al respecto. Una cuestión que Köhler parece zanjar al hacer afirmaciones del tipo: […] todo pensamiento genera un patrón de frecuencias específico. Éste entra en resonancia con determinadas estructuras corporales, por ejemplo los órganos. En fin, la vieja idea de la mente influyendo sobre la materia.

No sé si algo parecido a esta medicina cuántica tendrá algún tipo de futuro. Lo que es evidente es que si el autor de este manual pretende dar algún tipo de credibilidad a su trabajo utilizando conceptos cuánticos y amontonando palabras tomadas de la sabiduría antigua fracasa estrepitosamente.

No, la forma de esta medicina cuántica no es Bella, detrás de su presentación resulta muy difícil encontrar los rastros de Verdad que pueda contener. Tal vez Köhler desconoce que Fondo y Forma son no dos, que ambos se reflejan mutuamente partícipes de un mismo Fundamento. Salvemos pues a Popp.

¡Benditos manuales fotocopiados! ¡Bendita sabiduría no dual!