Llevo unos tres años leyendo ininterrumpidamente libros de psicología y de filosofía. Nunca hasta ahora he disfrutado tanto de la lectura. Leer me parece un ejercicio casi mágico, sublime. Poder disfrutar de un buen libro al lado de la ventana mientras contemplamos el límpido cielo azul hacia el que volamos alzados por palabras que nos conducen a otros mundos… La bandera española que cuelga de la ventana del vecino de enfrente no me inspira demasiado. Colores chillones para los que mis ojos son ciegos.
En tres años he producido miles de notas que se agrupan en docenas de folios. Muchas resumen todos esos libros, algunas son ideas propias y comentarios personales, otras se refieren a diversos temas que me interesan especialmente. Ayer caí en la cuenta de lo difícil que será articularlas en alguna visión coherente, si es que cabe alguna articulación posible. También sospecho que quizá no se traté tanto de leer y anotar mucho como de tener ideas brillantes y originales que puedan nutrirse de todos esos comentarios.
La roja es la roja, pero estos primeros días de verano el cielo es más azul y más inabarcable que nunca. ¿Alguien se ha dado cuenta de ello entre tanto furor mundialero?
En tres años he producido miles de notas que se agrupan en docenas de folios. Muchas resumen todos esos libros, algunas son ideas propias y comentarios personales, otras se refieren a diversos temas que me interesan especialmente. Ayer caí en la cuenta de lo difícil que será articularlas en alguna visión coherente, si es que cabe alguna articulación posible. También sospecho que quizá no se traté tanto de leer y anotar mucho como de tener ideas brillantes y originales que puedan nutrirse de todos esos comentarios.
La roja es la roja, pero estos primeros días de verano el cielo es más azul y más inabarcable que nunca. ¿Alguien se ha dado cuenta de ello entre tanto furor mundialero?
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