Esa es la trilogía con la que trabajamos en Hatha Yoga, porque uno de los aspectos fundamentales de la práctica es sin duda la integración cuerpo-mente. De hecho el Hatha Yoga es de las pocas disciplinas que nos brinda la posibilidad de reconocer e integrar esas dos estructuras. Y eso es precisamente lo que le da un valor añadido sobre muchas otras materias.
El Hatha Yoga nos permite realizar una primera aproximación de calidad a la totalidad del ser humano, entendido este como un compuesto de cuerpo, mente, alma y espíritu (una versión de la Gran Cadena del Ser ya mencionada en otra entrada). Esa integración consciente de cuerpo y mente está guiada por lo que podemos llamar el Testigo o el Observador, esa instancia o aspecto de uno mismo que hace precisamente eso, observar o ser testigo consciente de todo cuanto sucede en la práctica.
Por tanto el Hatha Yoga desde este punto de vista no es más que un abordaje verdaderamente integral a la realidad del ser humano, tengamos en cuenta que si hablamos de Hatha Yoga en sentido amplio tenemos que hablar de alimentación, de ejercicio físico, de meditación y de algo que en muchos casos ni siquiera se menciona y que no es más que el estudio de la filosofía y de la tradición. Con esas cuatro cosas abarcamos por tanto la GCS citada más arriba.
Esto bastaría para que la enseñanza de esta ciencia milenaria ocupara el lugar que se merece. Sinceramente creo que los argumentos anteriores son suficientes para demostrar el plus transformativo adicional que puede ofrecernos frente a otras cosas como la gimnasia, las matemáticas, la física, la psicología u otras disciplinas de semejante reputación.
Por supuesto todas esas disciplinas me parecen enormemente valiosas pero lo que quiero decir es que ninguna de ellas tiene un valor transformativo tan importante como el Hatha Yoga en el sentido de transformación de la conciencia. El Hatha Yoga integra diferentes aspectos de la conciencia posibilitando una transformación vertical de la misma mientras que muchas de esas disciplinas tan sólo trabajan y desarrollan diferentes aspectos de la conciencia en un sentido horizontal soslayando por completo los aspectos transformativos.
Y si hablamos del Testigo desde luego mucho me temo que todas esas disciplinas no tienen nada que decir. El peligro consiste en que habitualmente el Hatha Yoga se vende al lado de otras cosas que suenan más o menos parecido, como por ejemplo el Pilates, la Gimnasia, etc., o no tan parecido. Pero lo cierto es que su esencia y su fundamento sobrepasa con mucho las superficialidades y la horizontalidad de todas ellas.
Mi intención no es más que, desde estas líneas, devolver a la tradición del Hatha Yoga su verdadero nombre y sus verdaderas credenciales: el poder, la fuerza, la voluntad, el corazón, la visión, la sabiduría y la trascendencia que siempre fueron el tesoro genuino de los auténticos yoguis.
El Hatha Yoga nos permite realizar una primera aproximación de calidad a la totalidad del ser humano, entendido este como un compuesto de cuerpo, mente, alma y espíritu (una versión de la Gran Cadena del Ser ya mencionada en otra entrada). Esa integración consciente de cuerpo y mente está guiada por lo que podemos llamar el Testigo o el Observador, esa instancia o aspecto de uno mismo que hace precisamente eso, observar o ser testigo consciente de todo cuanto sucede en la práctica.
Por tanto el Hatha Yoga desde este punto de vista no es más que un abordaje verdaderamente integral a la realidad del ser humano, tengamos en cuenta que si hablamos de Hatha Yoga en sentido amplio tenemos que hablar de alimentación, de ejercicio físico, de meditación y de algo que en muchos casos ni siquiera se menciona y que no es más que el estudio de la filosofía y de la tradición. Con esas cuatro cosas abarcamos por tanto la GCS citada más arriba.
Esto bastaría para que la enseñanza de esta ciencia milenaria ocupara el lugar que se merece. Sinceramente creo que los argumentos anteriores son suficientes para demostrar el plus transformativo adicional que puede ofrecernos frente a otras cosas como la gimnasia, las matemáticas, la física, la psicología u otras disciplinas de semejante reputación.
Por supuesto todas esas disciplinas me parecen enormemente valiosas pero lo que quiero decir es que ninguna de ellas tiene un valor transformativo tan importante como el Hatha Yoga en el sentido de transformación de la conciencia. El Hatha Yoga integra diferentes aspectos de la conciencia posibilitando una transformación vertical de la misma mientras que muchas de esas disciplinas tan sólo trabajan y desarrollan diferentes aspectos de la conciencia en un sentido horizontal soslayando por completo los aspectos transformativos.
Y si hablamos del Testigo desde luego mucho me temo que todas esas disciplinas no tienen nada que decir. El peligro consiste en que habitualmente el Hatha Yoga se vende al lado de otras cosas que suenan más o menos parecido, como por ejemplo el Pilates, la Gimnasia, etc., o no tan parecido. Pero lo cierto es que su esencia y su fundamento sobrepasa con mucho las superficialidades y la horizontalidad de todas ellas.
Mi intención no es más que, desde estas líneas, devolver a la tradición del Hatha Yoga su verdadero nombre y sus verdaderas credenciales: el poder, la fuerza, la voluntad, el corazón, la visión, la sabiduría y la trascendencia que siempre fueron el tesoro genuino de los auténticos yoguis.
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